El Real Mallorca inaugura una semana en la que aparecen dos escenarios posibles: romper con el pasado o prolongar el deterioro institucional. Mañana 1 de julio vence la sindicación entre Llorenç Serra Ferrer y Pedro Terrasa, lo que deja las manos libres a ambos para vender acciones abriendo la puerta a la llegada de una nueva propiedad.

Será el momento de Dudu Aouate, o ya no lo será nunca. El israelí guarda silencio desde que Utz Claassen y Biel Cerdà acordaron el nombramiento de Miquel Àngel Nadal como director deportivo, hace ya diez días. Fue un revés para el guardameta, que sin embargo no se ha retirado oficialmente de la carrera por adquirir el 53 por ciento de los títulos que obran en poder de Serra Ferrer y Biel Cerdà. El pobler quiere marcharse y tiene un preacuerdo con el israelí; del pollencí se sabe que lo único que le interesa es el dinero, por lo que todo podría depender de la oferta que Aouate le pusiera encima de la mesa.

El hecho de que la dirección deportiva tenga un inquilino no debería ser un problema para el israelí porque Nadal quiere entrenar al primer equipo. Todo apunta a que su presencia en la secretaría técnica es transitoria y obligada por la urgencia de empezar a planificar la temporada, por lo que sobre el papel ambos podrían caber en un mismo proyecto. Cuesta imaginar que si Aouate comprara el Mallorca su primera decisión fuera la de destituir al manacorí.

El israelí es a día de hoy la única alternativa creíble a la actual propiedad, formada por cuatro accionistas que han llevado al club a la ingobernabilidad. Al verle liberado de su sindicación con Terrasa, cabe esperar que finalmente Serra Ferrer y Cerdà se autoricen por escrito vender sus acciones a Aouate. Si el portero y el presidente siguen interesados, claro.

El pollencí es un enigma. Se siente fuerte después de haber encontrado un cierto entendimiento con Claassen y adopta la postura del que no tiene prisa por vender. Probablemente una estrategia para poner nervioso al comprador y elevar el precio de su pírrico cinco por ciento.

Lo que haga Terrasa, también libre de desprenderse de su 25 por ciento de títulos a partir de mañana, no resulta tan determinante de cara a un hipotético cambio de propiedad. Lo más previsible es que venda a Claassen, por lo que el alemán sumaría el 45 por ciento de las acciones.

Pero hay dudas con lo que haga el alemán, porque ese porcentaje sigue siendo insuficiente para controlar la institución.

También es posible que a partir de mañana no suceda nada. Que Aouate haya perdido el interés y que por tanto Serra no tenga a nadie a quien vender sus títulos. El Betis tampoco le esperará eternamente, por lo que el pobler no tendría otro remedio que seguir en el club, aunque a día de hoy el entendimiento entre Cerdà y Claassen le convierten en un comparsa.

Sin un cambio de propiedad a corto plazo y alguien que invierta en el club -y no solo en acciones-, el Mallorca agudizará en pocos meses sus problemas económicos, hasta llegar a un punto en el que será necesaria una ampliación de capital. Será el momento de Claassen, el único accionista con ganas y poder económico para salir al rescate.