El Mallorca estaba ´groggy´. Sustituir a Carreras a falta de tres jornadas para el final del campeonato significaba no arrojar la toalla. Pudo no haber servido de nada pero, como era previsible, ha habido unos pocos equipos que han llegado al sprint final prácticamente fuera de control.

Dijimos la pasada semana que la victoria del Hércules, ya descendido, en Miranda de Ebro fue el resultado más importante. Anduva volverá a acoger partidos de Segunda B. La derrota del Real Madrid Castilla en Murcia entraba en las quinielas que han reflejado fielmente el cálculo matemático previo a un sábado de infarto. Si nos ceñimos al partido de ayer, una segunda parte de asfixia y carencias ofensivas, empaña un muy buen primer tiempo en el que, con Hemed en forma, Olaizola habría cumplido su promesa de sumar siete puntos de nueve. Ahora que ha terminado la pesadilla es una pena que el vasco, acompañado de Alomar, no lo olvidemos, no se hubiera sentado antes en ese banquillo sin alma desde el que sacar mejor rendimiento a unos jugadores que no eran tan malos como su clasificación final pregona.

En esta apurada llegada a la meta, el equipo ha dejado mejores sensaciones que en las treinta y nueve jornadas anteriores. Ayer salió al Nuevo Arcángel a por la victoria en un ambiente infernal y aunque el descanso no resultó reparador, antes de este intermedio pudo marcar, lo que hubiera evitado muchos nervios y demasiada tensión. Alguien de A Coruña dijo, al caer Oltra, que descubriríamos a futbolistas que nos habrían pasado desapercibidos y, en efecto, no se entiende el ostracismo al que se sometió a un Agus muy correcto, los vaivenes de Álex Moreno y el desánimo inyectado en profesionales que no serán estrellas, pero son más que aptos para la categoría que, al final y con mucho sufrimiento se ha conservado incluso contra pronóstico de unos y malos deseos de otros.