­El sábado no fue un día cualquiera para Nunes (Portugal, 1977). De esos que puede que recuerde el resto de su vida. Porque quizá será la última vez que haya estado sobre el césped del Iberostar Estadio como futbolista del Mallorca, el club de su vida. Su fuerte encontronazo con Apoño en los primeros compases del choque le dejó tan tocado que se vio obligado a pedir el cambio a los veintitrés minutos. No podía más, muy a su pesar, consciente de que en un encuentro tan trascendente no se podían cometer errores.

El gran capitán salió mareado, ovacionado por las más de quince mil personas que acudieron a Son Moix, caminando muy despacio, quizá sus últimos pasos con las botas de tacos puestas. Su rostro, serio y cabizbajo, lo decía todo. Primero Nsue le consoló y después el propio técnico Javier Olaizola, que sabe como nadie lo que le podía estar pasando por la cabeza al luso, le dedicó una cariñosa carantoña. Está por ver si llega al duelo definitivo por la salvación del próximo sábado ante el Córdoba, pero pase lo que pase se antoja muy difícil que Nunes vuelva a vestir la camiseta de su vida otra vez en Palma. A sus 37 años es inevitable pensar que su retirada está al caer, aunque siempre ha defendido que va a seguir jugando hasta que pierda la ilusión.

Lo que es seguro es que Nunes se ha convertido en una leyenda para el mallorquinismo tras nueve temporadas siendo el jefe de la defensa. Es cierto que en las tres últimas, con lesiones de por medio, ya ha perdido algunas de las facultades que le convirtieron en uno de los mejores centrales de Primera División. Ley de vida, aunque Olaizola le recuperó del ostracismo al que le había relegado Lluís Carreras para otorgarle la titularidad en los duelos ante el Girona y Las Palmas.

Su fichaje en el ya lejano mercado invernal de la temporada 2005/2006 procedente del Sporting de Braga despertó mucha polémica porque el Mallorca pagó 2,5 millones de euros por un desconocido central de 28 años. El tiempo le dio la razón al entonces director deportivo Nando Pons, su gran valedor, porque su llegada, junto a la de Basinas y Pisculichi, fue decisiva para que el equipo, que era colista, se salvara. El zaguero, que apenas trabajó con Héctor Cúper porque el técnico argentino dimitió semanas después de su aterrizaje, fue el gran aliado de Gregorio Manzano. Su carisma caló desde el principio en un vestuario con otros pesos pesados como Ballesteros, Prats o Pereyra. Su gran colocación y contundencia le convirtieron en indiscutible porque aportaba seguridad en una zona tan importante del campo. Su rendimiento fue aumentando a medida que pasaban las temporadas formando pareja con el propio Ballesteros, David Navarro o Ramis en un Mallorca que salvaba la categoría con cierta solvencia, aunque en muchas ocasiones se le acusara a Manzano de no clasificar para Europa a un equipo con plantilla más que suficiente. ´Popeye´, tal y como le llamaban por su característico gesto de abrir una lata de espinacas cada vez que marcaba un gol, se ha quedado con las ganas de disputar competiciones continentales como bermellón.

En la 2007/2008 estuvo a las puertas porque el equipo fue séptimo, mientras que en la 2009/2010 la UEFA dejó fuera al Mallorca de la Liga Europa a pesar de que había finalizado quinto. En el verano de 201o estuvo a punto de fichar por el Sevilla porque le ofreció un suculento contrato, pero Nunes apostó por seguir en la isla, a las órdenes de Laudrup, tras una mejora de sus condiciones. Y hasta ahora. Vivió el dramático descenso a Segunda hace un año, una espina que tiene muy clavada y que no quiere meterla todavía más el sábado en Córdoba porque sabe que será difícil que se la pueda quitar.

Todavía no ha desvelado qué se le pasa por la cabeza, incluso si todavía tiene energía para disputar otra temporada más como profesional, aunque sea en otro club. Seguro que la incógnita se resolverá después del encuentro en El Arcángel, pero está claro que su trayectoria como rojillo es para enmarcar. Algunas voces ya le ven como entrenador en las categorías inferiores del Mallorca, algo que sería una excelente noticia para la entidad porque tiene mucho que enseñar después de 258 partidos oficiales con este escudo. Su trayectoria, que está en los libros de historia del club, puede que finalice justo cuando pidió el cambio el sábado ante el Las Palmas. Solo él lo sabe.