­Ya dijo Lluís Carreras hace unas semanas que no podía ser todo lo sincero que le gustaría para explicar algunas de las situaciones que está viviendo desde que aterrizó en el banquillo de este Real Mallorca. Y seguro que no mentía el técnico de Sant Pol de Mar, que repite discurso semana tras semana para justificar las decepciones. Otra cosa es que la afición rojilla, tan harta de buenas palabras y expectativas como de malos resultados, le crea.

Es cierto que su equipo arrancó un empate en Soria que corta la penosa racha de cinco derrotas consecutivas que acumulaba, pero la realidad es que la caída en barrena desde su llegada es evidente. Dos puntos de los últimos veintiuno en juego, con los errores defensivos de siempre y una falta de puntería alarmante, con 459 minutos sin batir a un meta rival, explican que el Mallorca esté a solo un punto del descenso a Segunda B cuando apenas restan cuatro jornadas para el final. "El punto es positivo, al final también hemos podido perder", dijo en la sala de prensa de Los Pajaritos, aunque ya se le había oído decir lo mismo contra el Zaragoza, en un choque en el que Miño paró un penalti en el minuto 89, o el Recreativo, en un partido en Son Moix. Está claro que Carreras no es el culpable de los grandes males del Mallorca porque ni ha diseñado esta plantilla ni es el que comete los errores sobre el césped, pero es complicado encontrarle autocrítica, ni para él ni para sus pupilos, aunque confiese que no ha "dado con la tecla". Más bien lo contrario. "Tengo la suerte de ver la cara de los jugadores al final cuando entran en el vestuario y no puedo recriminarles nada. Estoy orgulloso de ellos", apuntó en Soria sobre unos futbolistas muy cuestionados, aunque ya se le había oído pronunciar algo similar en ocasiones recientes, por muchas derrotas que sumara el equipo. No percibo que tengan miedo. Ni hoy -por el sábado- ni otros días. Sí se nota la tensión, la que refleja la clasificación", explicó convencido.

Carreras es plenamente consciente de que no está cumpliendo con las expectativas. "Hablar del ascenso es una tontería", dijo tras caer ante el Deportivo, quizá sin ser consciente de que precisamente sustituyó a José Luis Oltra para abandonar la media tabla e ir hacia arriba. Y ha sucedido justo lo contrario. Sin esta exigencia, el valenciano, que presentaba un balance insuficiente para luchar por los puestos de privilegio y sobrado para salvarse, jamás habría sido despedido.

Eso sí, ni se ha planteado arrojar la toalla, aunque los números no le acompañen. "¿Por qué tengo que irme? Sería de cobardes", dijo el viernes insistiendo en que se siente capaz de salvar al Mallorca. El sábado quiso mostrar su entereza a pesar de las penurias de los bermellones. "Debo estar entero, no puedo estar derrotado. Y tengo que dar la imagen de estar fuerte. Si no, vaya imagen que daría", dijo en Soria. Las excusas se han acabado hacer tiempo. Incluso para Carreras.