­Muchos entrenadores dicen que solo son finales si se juegan partidos definitivos, de esos que no dejan margen para el error y, aunque el calendario todavía concederá tres encuentros más, el duelo de este sábado ante el Jaén debe catalogarse de esta manera. El Mallorca sigue solo con un raquítico punto sobre el descenso, una ventaja ridícula a tenor de las enormes dudas que genera una plantilla incapaz de ganar a un adversario desde el pasado 23 de marzo, cuando superó 1-2 al Castilla en Valdebebas en un choque en el que Miño paró un penalti en el descuento.

Desde entonces se han sucedido las decepciones, con dos míseros empates, ante el Recreativo de Huelva (0-0) y Numancia (0-0) y cinco dolorosas derrotas, que además llegaron de forma consecutiva, ante el Lugo (2-1), Ponferradina (2-0), Deportivo de la Coruña (0-3), Alavés (1-0) y Eibar (0-2). En un mes y medio se ha pasado de aspirar al play-off de ascenso, a pesar de que este equipo jamás pisó una de las seis primeras posiciones, a temer seriamente por su permanencia en la Liga Adelante.

De ahí que la visita del cuadro jienense eleve las urgencias al nivel de alerta máxima porque otro desastre haría tambalear de verdad los cimientos de un club casi centenario y, a tenor de los resultados que se dieran en los otros estadios, podría caer en una de las cuatro últimas plazas de la tabla. Por eso es la gran final del Mallorca. Debe superar a un rival directo, que tras el triunfo de ayer ante el Recreativo tiene dos puntos más, que seguiría metido en problemas. Pero un triunfo de los bermellones, sobre todo, supondría el empujón que le dejaría a las puertas de la salvación a falta de tres choques. Serían tres pelotas de partido, en términos tenísticos, de las que habría que ganar una de ellas, quizá, para que la continuidad en Segunda fuera una realidad.

No obstante, todo lo que no sea vencer a los de Manolo Herrero obligaría a una gesta de las de verdad en los últimos partidos. Además, ninguno de los tres adversarios pensará en las vacaciones de verano. Porque visitará a un Girona que es otro de los rivales directos para eludir la debacle, después recibirá a un Las Palmas que se jugará meterse entre los dos primeros para ascender de forma directa y la Liga terminará en Córdoba. Con un poco de suerte -ayer cayó en el descuento frente al Zaragoza-, el conjunto andaluz podría no estar luchando por clasificarse para el play-off, aunque a estas alturas todavía tiene este aliciente porque está a tres puntos del sexto puesto. En el caso de que no tuvieran opciones, el panorama cambiaría sustancialmente para el choque ante los ´califas´. Pero mejor no irse tan lejos. La cita clave es la de este sábado a las 18:15 horas ante el Jaén. Incluso muchas voces apuntan a que es la más importante de la historia reciente del Mallorca, porque un hipotético descenso sería catástrófico a todos los niveles, tanto deportivos como económicos, para una entidad casi centenaria.

El club espera que la afición responda, a pesar de que coincidirá en horario con el decisivo encuentro por el título de la Liga BBVA entre el Barcelona y el Atlético de Madrid. Una prueba de fuego para conocer el respaldo que le presta la hinchada en un momento tan trascendental. Pero los que deben dar la talla son los jugadores. Lo saben de sobra.