El Real Mallorca es el único club de Primera y Segunda División en el que sus principales dirigentes se niegan a comparecer en el palco durante los partidos del fútbol. En los tres últimos compromisos celebrados en Son Moix la representación del club ha corrido a cargo de dos directivos de segunda línea, los apoderados Miguel Blum y Tolo Martorell. Ni el presidente, ni ningún representante de la propiedad, han dado la cara.

Casualmente el palco se ha vaciado al mismo tiempo que subía el nivel de crispación del mallorquinismo contra la directiva. La afición ha puesto en el punto de mira a Llorenç Serra Ferrer, Utz Claassen, Pedro Terrasa y Biel Cerdà por el deterioro institucional al que han conducido al Mallorca por culpa de sus permanentes guerras por el poder y su incapacidad para llegar a acuerdos que aseguren la gobernabilidad del club.

Hay que decir que Terrasa no pisa el palco desde hace casi tres años, cuando estalló el ´caso Alfaro´ que le hizo romper con Serra Ferrer. El accionista prometió entonces que no volvería a la zona noble del estadio mientras el pobler continuara en el club. Solo rompió su promesa una vez, con motivo del encuentro contra el Sabadell del pasado 19 de enero, porque Claassen se lo pidió personalmente.

Biel Cerdà anunció el pasado 25 de febrero a través de un comunicado que no volvería al palco para, según dijo, con la "intención de apaciguar la gran crispación existente entre los mallorquinistas". El presidente es la principal diana de un mallorquinismo que lleva mucho tiempo exigiéndole la dimisión. Cerdà tomó la decisión de borrarse -representar al club en el palco es una de las escasísimas funciones que conservaba- después de varias jornadas soportando las críticas y hasta los insultos de la grada.

En el último mes el pollencí solo ha cumplido con su obligación de representar al Mallorca con ocasión de la comida de directivas con dirigentes del Barcelona B, un detalle que soliviantó todavía más los ánimos del mallorquinismo.

Serra Ferrer ocupó su asiento en el palco en el partido contra el Hércules de hace dos semanas, pero lo cierto es que apenas se ha dejado ver en la zona noble durante la temporada. Ha alegado viajes de trabajo o razones personales , pero detrás de la muchas ausencias está su rechazo a compartir espacio con Cerdà.

El pobler hace lo imposible para no coincidir en público con su examigo -hace muchos meses que tampoco coinciden en los desplazamientos del equipo-. A Serra Ferrer le han afectado las críticas de un mallorquinismo que también pide su salida, y ya desde la jornada inaugural en Son Moix contra el Murcia tuvo que ver cómo los pañuelos y los gritos de buena parte de la grada se dirigían contra él.

Claassen pisó el palco por última vez en el citado encuentro contra el Sabadell. Quería escenificar lo que entonces parecía un cambio de rumbo en la gestión del club que le otorgaba más poder a él. Casi siempre explica sus ausencias alegando algún viaje en Alemania. Representó al Mallorca en Anduva y en Alcorcón, pero apenas se deja ver por Son Moix.

El mallorquinismo se ha unido contra los accionistas y con cada jornada que pasa se inclina más hacia la crítica y el rechazo a la directiva. El domingo quedo demostrado cuando en el minuto 12 la inmensa mayoría de los aficionados se levantaron de sus asientos y dieron la espalda al palco.