Ser presidente del Real Mallorca, consejero o, incluso como dirían los antiguos, directivo, debería representar un auténtico orgullo y honor. Y resulta que este club tiene a sus dirigentes escondidos, que eluden sus responsabilidades mínimas de representación y que manchan semana tras semana el nombre de esta casi centenaria institución. Tampoco es tan extraño, están muertos de la vergüenza, como no podía ser de otra manera, como ayer volvieron a demostrar al dejar huérfano un palco que debería ser sinónimo de respeto a la entidad y a la familia que debería representar el mallorquinismo. Está claro que no todos tienen el mismo grado de responsabilidad de la situación que atraviesa el club, aunque ese ya es otro debate, pero lo normal sería que el máximo accionista, Llorenç Serra Ferrer, estuviera en el palco, así como también el segundo Pedro Terrasa y el tercero Utz Claassen.

El error de Serra. Y por supuesto el presidente Biel Cerdà, que sigue anclado en una poltrona que evita en jornadas como la de ayer para no dar la cara. Y es extraño que no quiera asistir porque la tiene muy dura. Será que le da pereza viajar de Barcelona. Traer a este personaje al Mallorca sí que es un error imperdonable del pobler, tal y como asume, y no los de Ogunjimi y compañía. Y todo esto viene porque en un día en el que la afición expresa su indignación, con una manifestación más que digna por las calles de Palma y que se prolongó en Son Moix, los que ensucian el nombre del Mallorca estuvieron desaparecidos. Ojalá el equipo enderece el rumbo, aunque ahora suene a milagro, pero si eso sucede espero que no aparezca ninguno de ellos a sacar pecho. Que cobren lo que sea y se vayan de una vez, pero de verdad. Ellos pasarán, pero el club tiene que seguir vivo.

Ganar y ganar. El Mallorca de Carreras no entusiasma, ni está obligado a hacerlo, pero al menos ayer ya ganó un partido. No encajó ningún gol, algo que es noticia en sí mismo, y le bastaron varios fogonazos para noquear al Tenerife. Soy de los que piensa que hay margen para el ascenso, pero también creía que Cerdà dimitiría. Será que soy un iluso.