No fue un día cualquiera en Son Bibiloni. Ni de lejos. De aquellos que quedarán guardados vergonzosamente en su historia. Abrió sus puertas muy pronto para intentar desencallar una situación que se había creado en la noche del lunes, cuando el consejero Utz Claassen desautorizó el fichaje de Lluís Carreras como técnico, lo que dejaba sin efecto la destitución de José Luis Oltra.

Precisamente el valenciano se reunió en las oficinas de la ciudad deportiva a las nueve de la mañana con el máximo accionista Llorenç Serra Ferrer, el director deportivo Toni Prats y el apoderado Tolo Martorell. El todavía preparador bermellón deliraba con el escenario porque el día anterior habían sido estos mismos interlocutores los que, unos vía teléfonica u otros personalmente, le habían comunicado su despido. Mientras escuchaba las diferentes explicaciones, los futbolistas, de los que debía despedirse a las diez, iban llegando a la ciudad deportiva, al igual que los periodistas, que estaban convocados por el club media hora más tarde para la rueda de prensa de adiós del valenciano. Pues ni una cosa ni la otra.

A medida que iban pasando los minutos el desconcierto era mayor y las especulaciones, de toda índole, se disparaban. Incluso también en los propios jugadores rojillos, que no sabían a qué atenerse. Los capitanes Nunes, Aouate y Martí entraron en la reunión para conocer qué estaba pasando y salieron con la consigna, para el resto de sus compañeros, que no hacía falta que se cambiaran y que, además, debían regresar a las 16:30 para entrenar. Lo que les dejó perplejos es cuando conocieron que la sesión iba a ser dirigida, posiblemente, por José Luis Oltra. "Si esto es verdad estoy alucinando", reconoció uno de los miembros de la plantilla, que ni siquiera se llegó a vestir de corto.

A las 11:30 horas los jugadores se marcharon, al igual que el propio entrenador, que charló, aunque con pocas ganas de sonreír, con algunos miembros del club y una aficionada antes de coger su coche. Las cámaras le enfocaron, sobre todo porque el valenciano prefirió no acercarse a los periodistas para no tener que explicar la surrealista jornada que estaba viviendo. El técnico seguiría pendiente del teléfono para que le confirmaran que debía dirigir el entrenamiento, ya que no se descartaba que se llegara a una solución, por increíble que pareciera. Pero Serra Ferrer, Prats y Martorell siguieron encerrados en las oficinas intentando desbloquear el asunto, sin suerte. Los representantes de los medios de comunicación, más de una veintena, seguían esperando a que el Mallorca les explicara cuál iba a ser el siguiente paso, pero los responsables del gabinete de la entidad no se atrevían a hacerlo porque alegaban su desconocimiento.

A las 13:50 el apoderado abandonó la ciudad deportiva sin poder asegurar que Oltra sería el que dirigiría la sesión solo tres horas después, algo que alimentó la confusión. Pero las dudas se despejaron a las 17 horas con el regreso de Oltra, justo el momento en el que la atención se desplazó a la planta noble de Son Moix, donde el director general Miguel Blum, tras regresarde Valencia, se reunió con Serra Ferrer, Prats y Martorell. Y este enredo sigue sin acabar.