La gestión de Llorenç Serra Ferrer como director deportivo del Real Mallorca durante casi cuatro temporadas será recordada, por encima de todo, por el descenso del equipo a Segunda División después de militar dieciséis temporadas en la élite del fútbol español. El pobler no pudo evitar la pérdida de la categoría pese a contar en el banquillo con un entrenador de la experiencia de Joaquín Caparrós, que no supo enderezar el rumbo de un equipo que, a medida que transcurrían las jornadas, parecía cada vez más perdido. Muy a su pesar, porque la relación entre Serra Ferrer y Caparrós era exquisita, al primero no le quedó más remedio que destituir al técnico andaluz tras sumar solo seis puntos de 51 posibles. Una estadística demoledora y que, quizá, provocó su salida demasiado tarde.

Caparrós, destituido el 4 de febrero del pasado año tras perder 3-0 en Anoeta, dirigió al equipo desde el 15 de octubre de 2011. En la primera temporada cogió al equipo en la séptima jornada y lo dejó octavo con 52 puntos. Parecía que se había encontrado al técnico ideal y su renovación se celebró como una gran noticia. Pero las cosas se torcieron a la siguiente temporada y dejó al equipo decimonoveno con 17 puntos, a cuatro de la salvación tras sumar seis puntos de los últimos 51.

El 5 de febrero Serra Ferrer presentó a Gregorio Manzano como sustituto, una decisión muy contestada por recuperar a un técnico que estaba pleiteando con el club y su anterior presidente Mateu Alemany. Manzano no pudo evitar el descenso y el equipo perdió la categoría el 1 de junio con 36 puntos.

La contratación de Michael Laudrup como entrenador en el año en que se hizo cargo de la entidad llenó de ilusión a todo el mallorquinismo. Un entrenador con un pasado brillante como futbolista y carismático. Salvó al equipo por los pelos en la primera temporada. La relación entre el danés y Serra Ferrer quedó tocada por diferencias de criterio, que el entrenador no escondía cada vez que se le ponía un micrófono delante. El pobler aguantó el temporal y Laudrup comenzó la nueva temporada. Pero la ruptura fue inevitable. Y en octubre llegó la destitución. Nadal, su segundo, dirigió al equipo en Pamplona (2-2) y se fue por no estar de acuerdo con la salida de Laudrup, dejando bien a las claras su desencuentro con el hombre que le proyectó como futbolista profesional. Oltra ha sido el último de sus entrenadores, con el que pocas veces ha comulgado. Pese a poner en sus manos un equipo más que digno para pelear por el ascenso, lo cierto es que el técnico valenciano no ha sido capaz tan siquiera de meter al equipo en zona de promoción.

En cuanto al capítulo de fichajes, hay más desaciertos que aciertos. Puede presumir de haber fichado a De Guzmán por una cantidad irrisoria y traspasarlo al Villarreal por ocho millones de euros. Lo mismo sucedió con Gio, otro acierto de Serra Ferrer. Pero el capítulo de fracasos es extenso. El que se lleva la palma es el belga Ogunjimi, que no ha llegado a debutar pese a los más de dos millones que costó. Cáceres, Chico Flores, Tissone, Hemed, Alfaro, Joao Víctor, Ratinho, Zuiverloon, Hutton, Javi Márquez y muchos más llegaron de la mano de Serra.