La poca credibilidad que le quedaba a Claassen la tiró por la borda en cinco horas de reunión con el todavía máximo accionista y ya ex director deportivo del Mallorca, Serra Ferrer. Quedó en evidencia el alemán ante la prensa al descalificar la propuesta del pobler, Lluís Carreras, que gustará más o menos, pero parece seria, y proponer la de Miquel Àngel Nadal con dos agravantes añadidos: sabía que iba a ser rechazada por su interlocutor por estar enemistado con él y, lo que es más dantesco todavía, lanzar el nombre del tío del tenista sin ni siquiera haber hablado con él. Peor no se pueden hacer las cosas.

Esta forma de actuar solo se puede entender como una política de desgaste hacia Serra Ferrer, que por lo que se ve está dando sus frutos. Dimitió como apoderado y, ayer, como director deportivo, en una decisión coherente por encima de cualquier otra consideración. Lo que se ha conseguido es que Oltra, al que nadie en el club quiere, siga como entrenador de la primera plantilla. Serra, aunque tarde, lo ha dejado claro, no quiere al valenciano, quien lo sabe desde hace tiempo. Claassen, al proponer un sustituto, también se delató, aunque después tuviera la desfachatez de arrogarse ante el entrenador de haber salvado su cabeza.

El Mallorca va a la deriva. Sin presidente, sin director deportivo, un entrenador apestado y con un Consejo que parece más una jaula de grillos, el futuro de la entidad es más que preocupante. Ha llegado la hora de que Claassen tome decisiones, pero si todas han de ser como la de ayer, improvisada y fuera de lugar, mejor que dé un paso atrás. El Mallorca se lo agradecerá.