El Real Mallorca y el Alcorcón saltarán el domingo al césped del Santo Domingo con miedo y urgencias, las de los bermellones por no alejarse casi irremediablemente del ascenso directo y las de los madrileños, metidos en una dinámica perdedora que les ha llevado a acariciar las posiciones de descenso.

El Alcorcón ha reaccionado con un relevo en el banquillo -José Bordalás por Miguel Álvarez- y los baleares con un amago de destitución que acabó en ultimátum. Los diretivos del conjunto ´alfarero´ han querido además que el Santo Domingo empuje a su equipo, por lo que ha puesto a disposición de sus abonados quinientas entradas a cinco euros para que acudan al estadio acompañados de amigos y familiares.

La presión le vendrá al Mallorca desde la grada, pero sobre todo por una situación deportiva puede convertirse en crítica. Una derrota, combinada con los triunfos del Deportivo y el Sporting, dejaría el ascenso directo a once y nueve puntos respectivamente, una distancia difícilmente alcanzable y que condenaría a los bermellones a pelear por el premio de consolación que supondría meterse en ´play-off´. Una situación que haría imposible la continuidad de Oltra en el banquillo bermellón. El técnico es quién más se la juega en un encuentro crucial para el equipo y él mismo.

Tampoco hay paz en el Alcorcón. Pese a ser uno de los equipos más modestos de la categoría, los madrileños se habían acostumbrado a disputar le ´play-off´ de ascenso las dos últimas temporadas. Con la esperanza de recuperar viejas sensaciones el club acaba de contratar a Bordalás, el técnico que hizo posible aquellos dos milagros. El primer objetivo será lograr una victoria que se resiste en Santo Domingo desde el pasado 28 de septiembre: "Todos saben cómo juegan mis equipos. Queremos que éste Alcorcón se asemeje al del año pasado”.