A Biel Cerdà le encanta demostrar que quien manda en el Mallorca es él. Y no disimula su esfuerzo en dejar claro que nadie está por encima. Como si fuera uno de esos que le encanta sentarse en su despacho de la planta noble del Iberostar Estadio y sentir el poder. Lo que sí es seguro es que se toma su trabajo muy en serio, tanto que su control es obsesivo. No se puede calificar de otra manera su forma de actuar hacia todos los departamentos de la entidad. Tanto el de marketing, administración, comunicación y hasta informática. En el deportivo no se había metido, hasta ahora. Por mucho que cada una de estas áreas tengan a sus respectivos responsables, el pollencí exige estar enterado de todo, para que nada escape a su control.

Esta obstinación está incomodando a sus empleados, que notan cómo el mínimo accionista -apenas un cinco por ciento- está cada vez más nervioso. De ahí que no pierda la oportunidad de recordar su supremacía. "Aquí la máxima autoridad soy yo", se ha atrevido a decir en voz alta en los pasillos de Son Moix.

A raíz de las sucesivas informaciones que ha ido publicando DIARIO de MALLORCA desde hace dos semanas, en las que se desvelaba la intención de Cerdà de cobrar un sueldo de alto ejecutivo -200.000 euros- y sus seis reuniones con el consejero Utz Claassen para traicionar a Llorenç Serra Ferrer, el ambiente en el club todavía se ha enrarecido más. Incluso algunas fuentes consultadas lo califican de irrespirable y, de hecho, demandan que se solucione con urgencia el conflicto entre el pollencí y el pobler y, por extensión, en el Consejo de Administración.

Cerdà, del que algunos destacan que su carácter serio se ha tornado en arisco, no está dispuesto a abandonar su poltrona, ni mucho menos. Y desde hace unos días sondea a muchos de los trabajadores para conocer si le apoyan a él o a Serra en esta particular pugna. Por supuesto nadie se atreve a decirle que no abiertamente, sobre todo porque son conscientes del destino laboral que han sufrido muchos de los históricos empleados del club. El respeto se está convirtiendo en miedo y eso jamás es una buena noticia. Con el comunicado del jueves, a solo tres días del encuentro ante el Jaén, ha evidenciado que quiere guerra y que se siente fuerte. Y por mucho que se vista de víctima, quiere dejar claro que el general es él.