Al Mallorca le cuesta un mundo ganar en casa. La Ponferradina, el pasado domingo, fue el último ejemplo de una situación que se está haciendo peligrosamente crónica en un colectivo creado, a priori, para recuperar la categoría perdida, o por lo menos para intentarlo.

De los siete partidos que ha jugado el conjunto mallorquinista en su estadio, únicamente ha ganado tres (Alcorcón, Mirándes y Real Madrid Castilla), ha empatado dos (Lugo y Ponferradina) y ha perdido otros dos (Murcia y Zaragoza). Once puntos de 21 posibles regalados a los rivales, una barbaridad para un equipo aspirante a todo.

Después de trece jornadas disputadas no es un secreto para nadie que el equipo no funciona. Le cuesta un mundo ganar los partidos, y la mejor prueba es que únicamente uno lo ha ganado por más de un gol, ante el colista Real Madrid Castilla. El resto, victorias por la mínima o cediendo empates cuando el triunfo estaba prácticamente en el bolsillo, como ante la Ponferradina el domingo.

El técnico mallorquinista no da con la tecla. Cuando el equipo consigue mantener la portería a cero, como ante el Lugo, se ve incapaz de marcar un gol al modesto equipo gallego; y cuando ve puerta con relativa facilidad, dos goles al conjunto castellano leonés, vuelve a mostrarse endeble en defensa.

Como equipo máximo goleado del campeonato, 23 tantos, también lo es como local, once, cuatro goles por encima del colista Real Madrid Castilla, y claramente peor que Sabadell y Tenerife, que solo han encajado cuatro pese a estar rozando la zona de descenso. Gran parte de culpa la tiene las goleadas encajadas ante el Murcia y Zaragoza, ambos partidos perdidos por 2-4.

Oltra ya lo ha probado todo, al menos en defensa. Aouate y Miño, el ahora titular, se han repartido los partidos. En el lateral derecho han jugado Ximo y Miguel García; de centrales Agus, Nunes, Bigas y Geromel; en el lateral izquierdo el propio Bigas, Miguel García y Kevin. Pero, a pesar de todas las probaturas, el equipo sigue sangrando en defensa, un mal a corregir para no quedar apeado de la lucha antes de tiempo.