Mi anecdotario personal y profesional, tras más de cuarenta años de información deportiva en relación con el Mallorca, recoge la petición expresa de Miquel Contestí a Serra Ferrer de presentar un informe sobre un jugador seguido por la secretaría técnica, que militaba en un equipo de la periferia madrileña. Aprovechando que aquel fin de semana tocaba jugar en Madrid, Llorenç envió a Forneris a ver al futbolista en cuestión. Su conclusión resultó demoledora: "no sirve", le dijo Joancho al de Sa Pobla. Preocupado por la reacción del presidente, el entrenador requirió de su enviado una explicación más exhaustiva, rogándole redactara en una cuartilla las causas del rechazo. "¿Para qué voy a escribir nada si no sirve", terminó el argentino zanjando la cuestión.

En el enloquecido mundo del fútbol actual se busca en demasiadas ocasiones la cuadratura del círculo. Se pretende encuadrar en el ámbito del arte, cuando no de la ciencia, lo que no es sino un juego del que dependen muchos factores. Por ejemplo, cuando se indican los datos de posesión de la pelota de ambos contendientes y veo un 51 por ciento contra un 49, o similar, me quedo pensando cuántos balones supone esa diferencia en términos absolutos y quién es capaz de darle un significado a algo tan absurdo. ¿Cuenta el tiempo que un portero pasea el balón por el suelo a la espera de que alguno de sus compañeros se coloque para poder despejar o los pases horizontales de un defensa a otro para que corra el cronómetro, las asistencias -Luis Aragonés decía que este era lenguaje de baloncesto - hacia atrás? Sólo recursos al uso de aquellos que creen poder explicar lo que no saben por desconocimiento puro. Créanme, el fútbol no es tan complicado ni para entenderlo se necesitan estudios superiores aunque, eso sí, tampoco es cosa de analfabetos crónicos. Que también los hay.