El revuelo originado por el fichaje de Giovani, otorgando al mexicano galones de general, han venido a demostrar lo inadecuado que es en fútbol no sólo individualizar, sino sobrecargar la incidencia de un jugador determinado en el rendimiento global del equipo. Pocos recuerdan ya que el Mallorca bordeó el descenso con futbolistas de la talla de Etoo, Ibagaza y Luque, porque éste es un juego colectivo en el que ni el más pintado, llámese Messi o Cristiano, puede resolver los partidos en solitario. Algunos creían, o querían hacerlo, que en cuanto el ex del Tottenham y del Barça estuviera en condiciones de jugar, llegarían las victorias por sí solas y las competiciones europeas iban a ser pan comido. Craso error en una competición donde, salvo en la azotea de la clasificacón, la igualdad es cruel, terrible y los resultados se deciden por detalles. Y ¡ojo! que lo mismo puede suceder a la espera de la recuperación de Javi Marquez que, siendo importante, tampoco cabe aguardar como solución de todos los males.