De regalo va para todo el mundo

Aouate, Ramis, Cáceres, Caparrós y, desde luego, el árbitro se conjuraron para regalarle los puntos al Espanyol, que sacó todos los billetes de la tómbola y se llevó un premio al que no se hizo acreedor. Vamos por partes.

Iglesias Villanueva es el árbitro que hace dos semanas, en el Nou Camp, mostró una tarjeta amarilla a Iniesta al que un defensa del Betis había hecho un penalti de libro que, por supuesto, no señaló. Le premiaron -como a Pérez Montero el del robo en Palma contra el Madrid, que vuelve a pitar esta noche en Pamplona- con el partido de ayer, que destrozó al inventarse una falta de Aouate, acompañada de expulsión, desde más de diez metros de distancia. Pero sería injusto personalizar en la figura del colegiado la dolorosa e inmerecida derrota.

Caparrós había iniciado la serie al presentar en Cornellá una alineación ultraconservadora, sin contemplar las numerosas bajas de los locales y enviando un mensaje claramente defensivo a sus jugadores. Obsequió gentilmente toda la primera parte y el colegiado la estropeó la rectificación en la segunda. Es habitual, costumbre de la casa, la generosidad de Cáceres a la hora de permitir por su lado la avalancha de contrincantes, pero no tanto la de Ramis, que se dejó tomar la espalda en las dos oportunidades en que el lateral cerró tarde -una de ellas el gol- y retrasó aún peor el balón en el que su portero tuvo que jugársela limpiamente pese a ser castigado con la tarjeta roja. De su gran partido en Vallecas a sus desajustes de ayer.

La irregularidad de sus futbolistas mina el potencial de este equipo. Hemed pasa de deslumbrar a la grada de un día a otro, Pereira, obsesionado, no despega y Alfaro se suma a la mediocridad, por no hablar de Joao Víctor, ayer otra alma en pena. El esfuerzo de Víctor, Castro y alguno más, no compensa lo bastante para conseguir el imprescindible equilibrio.