Liga

El árbitro arruina a un Mallorca con dos caras

El equipo mallorquinista juega con diez toda la segunda parte por la injusta expulsión de Aouate a los 50 segundos de la reanudación

Ricard Cabot. Enviado especial

Tres meses después, el Real Mallorca se reencontró con el amargo sabor de la derrota lejos de Son Moix. Y lo hizo sin merecerlo porque, en un extraño partido, los rojillos merecieron mejor suerte en una más que aceptable segunda parte. El Mallorca perdió porque se olvidó de atacar en la primera parte y porque jugó injustamente toda la segunda con uno menos, por la expulsión de Aouate cuando no se había alcanzado el primer minuto del segundo periodo.

El colegiado Iglesias Villanueva, gallego él, se equivocó de mala manera para pena del Mallorca. Rui Fonte cayó en el momento en que el guardameta rojillo golpeaba la pelota. El árbitro entendió que el pie de Aouate impactaba en la pierna del portugués y no se lo pensó dos veces. Aouate se fue a la ducha y se cargó el partido y las pocas esperanzas del Mallorca de sacar algo positivo.

El Mallorca necesita una inyección de vértigo para sacar la cabeza. Lo consiguó ante el Real Madrid, aunque al final el resultado no acompañara, y frente al modestísimo Rayo, sin hacer nada del otro mundo. El grupo de Caparrós –ayer de nuevo fuera del banquillo al cumplir el segundo partido de su extraña sanción–, volvió a ofrecer su versión más triste, más desangelada, hasta que se quedó con diez.

Con todo perdido, el equipo se hizo dueño del balón y empezó a crear peligro. Calatayud, que debutaba en la Liga, se estrenó con un susto morrocotudo al impactar en el palo la falta lanzada por Weiss. A partir de ese instante llegaron los mejores momentos de juego del Mallorca.

Pina y Ogunjimi habían entrado por unos desacertados Joao y Pereira. El belga, al que le cuesta un mundo entrar en el equipo, disfrutó de la mejor ocasión de los rojillos al rematar a bocajarro un gran centro de Castro desde la izquierda. Casilla se encontró con el balón que, como pudo, envió a corner. El equipo jugaba con la convicción y determinación que se echó en falta en la primera parte. Parece que este equipo necesita un aliciente, es decir, verse por debajo en el marcador, para ir en busca del gol. Un defecto de equipo pequeño. La entrada de Pina por Joao benefició al equipo.

Pina es mejor que Joao

Con mayor sentido táctico, la suplencia del joven centrocampista no se entiende. Ha pasado de titular indiscutible a sentarse en el banquillo. Caparrós sabrá por qué. Pina es mucho mejor que el brasileño y está en mejor forma que Martí, un profesional ejemplar que puede estar disputando sus últimos partidos de rojo.

En la tónica de los equipos destinados a sufrir hasta la última jornada, el Mallorca afrontó el partido de inicio con la intención de que nada pasara, ni en su área, ni por lo visto, en la ajena, ya que apenas inquietó a Casilla, el portero del Espanyol.

Piensan los entrenadores de los equipos de la zona baja que todo lo que sea sumar es positivo. Aunque sea un punto. Lo que suele ocurrir, sin embargo, es que si te conformas con el empate, acabas perdiendo. Como ayer.

El gol que propició la derrota del Mallorca llegó de forma absurda. Colocó Verdú, con diferencia el mejor jugador local, un balón a Weiss. Forcejeó con su sombra, una mala sombra llamada Cáceres. Ambos cayeron tendidos sobre el césped. También Aouate. El balón quedó muerto y fue el eslovaco el que se levantó antes que nadie para introducir el balón en el fondo de la portería de un Aouate que todavía está protestando no sé qué al colegiado. Incomprensible error en un jugador de su veteranía, que tendría que saber que si el árbitro no pita nada, nada pasa. Mala tarde la del israelí.

Los últimos minutos del partido resultaron frenéticos, permitiendo ocasiones de peligro ante una y otra portería. Calatayud evitó el segundo gol del Espanyol y Casilla, el héroe de su equipo, el empate del Mallorca en un disparo de un ´Chori´ Castro que ayer volvió a ofrecer su mejor versión.

El uruguayo es imprescindible en este equipo. Solo hace falta que se lo crea. No hay tiempo para lamentarse. El tiempo corre en contra del equipo, que debe olvidarse del partido de ayer y sobre todo de un árbitro que fue el peor enemigo del Mallorca. Ahora ya toca pensar en el Betis.

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