"El trazado del tren parte la finca heredada de mi familia por la mitad, no hay dinero para pagar esto"
Vecinos y vecinas de sa Pobla que el jueves se manifestaron contra el proyecto temen que sus propiedades queden disgragadas por las vías

La vecina Francisca Pericàs muestra la afectación del trazado sobre diversos elementos patrimoniales de 'sa Marjal'. / Tonina Crespí
Los manifestantes contra los trazados del tren de sa Pobla hacia el Puerto de Alcúdia que se concentraron el pasado jueves en la Plaça Major de la localidad, suman numerosas historias personales relacionadas con las tierras de sa Marjal. Varias voces se alzaron para poner nombre y rostro al impacto que el proyecto ferroviario podría tener en sus vidas y en sus tierras. La preocupación por el avance del tren, que ya llevó a realizar esta movilización, se personifica en el temor a ver sus propiedades y su patrimonio disgregados.
La concentración del jueves pone en relieve un malestar en el municipio, que se ha ido gestando desde que la conselleria de Vivienda, Territorio y Movilidad y la empresa pública Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM) presentaran los dos trazados (A1 y A2) para la ampliación de la red ferroviaria. Estos planos han encendido las alarmas y los manifestantes ven en ellos una amenaza directa no solo al paisaje, sino también a su arraigada cultura agrícola y etnográfica. La Plataforma 'Salvem Sa Marjal', organizadora de la protesta, ha sido la voz articuladora de esta defensa.

Otros vecinos de sa Pobla afectados por el posible trazado del tren a su paso por 'sa marjal'. / Tonina Crespí
Para muchos, la amenaza es profundamente personal y sentimental. Catalina Cañellas compartía su angustia al pensar que su finca, heredada de sus bisabuelos y de más generaciones pasadas, sería "partida por en medio". "No hay dinero para pagar esto", lamentaba, haciendo hincapié en que, más allá de la compensación económica, los terrenos restantes perderían todo su valor funcional. Una visión que resuena con la de otros afectados.
Fincas históricas y caminos centenarios en riesgo
La historias personales son un ejemplo palpable de la recurrencia de estas afectaciones. María Crespí y Bernardo Crespí, también propietarios afectados, explicaban cómo la nueva línea de tren amenaza con devorar sus fincas , entre ellas la dels Sestadors de Son Rapinya. Bernardo ya sufrió las consecuencias de la construcción de la ronda. María enfatizaba con un rotundo "no y no", a su rechazo al proyecto. A ellos se suma Juana Crespí, otra vecina cuya propiedad también sería fragmentada por el paso de la vía. Este temor a que sa Marjal se convierta en una "prolongación de un parque temático", tal como han expresado los manifestantes, subraya una preocupación más amplia sobre el modelo de desarrollo del proyecto para los manifestantes, donde la necesidad de movilidad sostenible no debería, según ellos, ser una excusa para el lucro a costa del patrimonio.

Un grupo de vecinos y vecinas analiza uno de los trazados que están expuestos en el edificio consistorial. / Tonina Crespí
Pero la preocupación no se limita a la propiedad tangible. Francesca Pericàs pone el foco en el daño al patrimonio inmaterial y paisajístico. Describe cómo la línea propuesta "afecta a un 'safareig' y a una 'sínia', refiriéndose a elementos que, aunque puedan parecer menores, son vitales para el carácter del paisaje y para el patrimonio etnográfico local. Su testimonio subraya que la afección va más allá de la mera expropiación de terrenos, tocando el alma de un paisaje construido a lo largo de generaciones.
La plataforma 'Salvem Sa Marjal' puso sobre la mesa alternativas viables. Proponen un incremento de las frecuencias de autobús a corto plazo y el estudio de la implementación de un tranvía como opción menos invasiva. Asimismo, insisten en la necesidad de que cualquier nuevo trazado ferroviario aproveche las infraestructuras viales ya existentes, como la carretera de Inca a Alcúdia, para minimizar el impacto sobre las fincas y el entorno natural.

Muchos residentes se informaron el jueves del proyecto ferroviario. / Tonina Crespí
La manifestación de sa Pobla además de ser una denuncia de carácter urbanístico, fue un grito en defensa de la identidad, la historia y la dignidad de un pueblo que se siente unido a su tierra y a su marjal. Las voces de Catalina, María, Bernardo, Juana y Francesca, entre otros, son el eco de afectados que exigen ser escuchados y que los proyectos de esta magnitud respeten la riqueza natural y cultural de la localidad. En la manifestación, en la que participaron unas 150 personas, se recordó que el próximo 15 de julio, técnicos de la Conselleria se desplazarán a sa Pobla para participar en una reunión informativa con las personas interesadas. También se anunció que está previsto que se ayude a los afectados en el trámite de alegaciones, abriendo una vía para el diálogo formal que podría ser determinante en el futuro de este proyecto.
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