Diego Lechado dice adiós a toda una vida en el bar con más historia de Portocristo
El establecimiento conocido como Monumento ya está en proceso de traslado

Diego Lechado dice adiós a toda una vida en el bar con más historia de Portocristo / Sansó
El Bar Monumento hace referencia a la escultura que hubo en la plaza de enfrente, desde 1957 hasta hace unos veinte años. Una cruz gigante que simbolizaba el triunfo de las tropas nacionales sobre las republicanas en el Portocristo de 1936. Hoy ya derribada.
Diego Lechado Romero (Inca, 1960) llegó al pueblo costero cuando tenía 9 años. Su padre Pedro, panadero de profesión, había encontrado trabajo en el obrador de Can Ramiro, a solo unos pasos de donde él mismo, poco tiempo después, pasaría más de medio siglo como propietario de uno de los bares más emblemáticos de la historia del puerto.
“Lo abrieron Tomeu Cerdà y Toni Fiol en 1969”, recuerda. El mismo año en que el hombre llegó a la luna, en blanco y negro. Tres años después, en 1972, los socios le preguntaron a su padre si conocía a alguien que pudiera ayudar delante y detrás de la barra. “Empecé con solo 12 años… y hasta ahora que me jubilo”, continúa.
En 1979, ya con una buena televisión en color, Diego cogió el bar junto con Xisco Riera. El mismo que tres años después le vendió su parte para montar el también mítico Bar Can Xisco, en el camino a Cala Petita. “Las cosas han cambiado con los años. Los clientes ya no beben tanto alcohol como antes, hemos pasado de las copas a las cervezas… pero por lo demás, todo igual”. Casi todos locales. De extranjeros pocos, “alguno despistado y alguno que incluso ha vuelto cada año a verme”.
Este sábado al mediodía, más de un centenar de personas pasaron por la terraza y el interior del bar para despedirse del hombre que les ha servido desayunos, cafés y copas durante las últimas décadas. Aquel que conoce toda la historia contemporánea de Portocristo. Una mirada y unos oídos privilegiados que han sido testigos de la transformación de un pueblo que, en muchos aspectos estéticos, aún se parece al de principios de los años 70. “Todavía no lo he asimilado, ¡pero estoy contento!”, dice con los ojos algo tristes.

Diego Lechado dice adiós a toda una vida en el Bar Monumento de Portocristo / S. Sansó
Trabajadores de las Cuevas del Drach, pintoras, submarinistas, locales, palmesanos y algún que otro foráneo. Nadie quiso perderse la despedida de Diego, que sacó cocas saladas de todo tipo, ensaimadas de cabello de ángel, de flan, vino y cava bien frío. Enhorabuenas, abrazos y deseos de una vida más tranquila pero feliz. La de un hombre que ahora descansará sentado en las sillas de un verdadero monumento de bar.
El bar, que durante décadas ha levantado barrera a las 7 de la mañana 363 días al año, este sábado la mantuvo bajada hasta la hora de la fiesta. Un hecho tan extraño que confundió a muchos, que se plantaron allí a primera hora sin darse cuenta de que tendrán que cambiar de bar, al menos durante unos días. Rosa Perelló, que le ha dibujado una camiseta exclusiva a Diego, Joan o Agustí, tuvieron que dar vueltas “hasta encontrar un bar, primero en Can Tasco y después fuimos hasta el Manhattan. Ha sido curioso ver a tanta gente desperdigada”, comentaban.

Diego Lechado dice adiós a toda una vida en el bar con más historia de Portocristo / Sansó
“Nos tendremos que acostumbrar a venir y no encontrar a Diego. Aunque creo que vendrá a desayunar más de un día”, dice Pedro Riera, un habitual de las mesas del bar porteño (por cierto, las sillas de escay rojo y las mesas son las mismas de cuando abrió). “Será extraño no verle tan a menudo”, añade la profesora Lourdes Melis, responsable de la academia Àgora, abierta justo enfrente.
De hecho, el bar aún parece una cápsula del tiempo. Con paredes revestidas de madera lacada hasta media altura, cuadros y fotos de otra época: de la selección española campeona del mundo en 2010, de él mismo jurando bandera tras hacer el servicio militar, de su propio equipo de fútbol de peñas… y una gineta disecada sobre una máquina de tabaco.
La misma que utilizó el equipo de la película Jostissi de Carreró como mascota, y la misma que este sábado empleó su protagonista, Joan Parera (Golam en la película), para hacerse una foto de recuerdo del final de toda una era. “¡Hemos venido muchos años a desayunar! Hasta hace poco pasábamos los veranos en una casa justo aquí al lado”, decían padre e hijo con la certeza de que el bar seguirá abierto, aunque sin Diego, ahora bajo la gestión del bar vecino de Can Tasco.

Diego Lechado dice adiós a toda una vida en el bar con más historia de Portocristo / Sansó
¿Qué haremos con la gineta (en realidad una marta)?
Dientecitos afilados y cuerpo estrecho. Cara feroz. Antes sobre la tele cuando los televisores tenían profundidad. Ahora sobre la máquina de tabaco. ¿Qué haremos con ella? Animales comunes en los bares de antes, estas piezas disecadas sobre troncos (en Can Jordi des Racó había otra, por ejemplo) van desapareciendo poco a poco de las cafeterías mallorquinas.
La del Bar Monumento ya está en proceso de traslado. Vicente Terrés, figura importante de Portocristo y antiguo farmacéutico de la localidad, ya está moviendo los hilos para darle una nueva vida en otro lugar. Esperamos que tan salvaje como la que ha “vivido” los últimos 50 años.
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