Diez años después hablan las primeras niñas Cavallets de Artà: "Lo importante es la fiesta y mantener viva la tradición”
La barriada del Convent celebra este jueves las tradicionales danzas ancestrales. Maria Cursach y Esperanza Vaquer recuerdan como si fuera hoy su debut: "Era un sueño hecho realidad"

Foto de familia de los 'Cavallets' y las integrantes femeninas. / Biel Capó

Durante las celebraciones de Sant Antoni de Pàdua en la barriada del Convent de Artà, se recuperan las ancestrales danzas de los Cavallets, una tradición ligada a la llegada de los frailes Franciscanos de la Tercera Orden Regular de San Francisco (TOR), y que, según consta en documentos, ya se representaba en el siglo XIX. Hasta el año 2015, esta tradición estaba restringida únicamente a los niños, quienes eran los únicos que podían representar a los Cavallets. Sin embargo, ese mismo año, el monopolio masculino llegó a su fin.

Dos de las primeras integrantes Cavallets femeninas. / Biel Capó
Fue hace diez años cuando Fra Pere Vallespir, por entonces superior del convento, anunció que por primera vez cuatro niñas participarían en las danzas de los festejos del "Sant Antoni dels albercocs", nombre popular con el que se conoce a Sant Antoni de Pàdua en la localidad. Y así fue: Maria Bonet, Maria Cursach Mestre, Esperanza Vaquer Dalmau y Roser Ferrer Garau, con tan solo 8 y 9 años, dieron un paso al frente y se convirtieron en las primeras niñas Cavallets.
Maria Cursach recuerda aquel día como si fuera hoy: “Pere entró en nuestra aula y pidió que levantaran la mano los niños que quisieran ser Cavallets. Solo uno lo hizo. A mí me hacía muchísima ilusión, así que, con algo de vergüenza y por probar suerte, levanté la mano. Al momento, mis amigas también lo hicieron”. Nadie daba crédito a que unas niñas pudieran formar parte de los Cavallets; incluso sus propias familias dudaban al principio. A partir de ahí, cuentan, se iniciaron negociaciones y finalmente se dio luz verde a la incorporación femenina.

Las cuatro primeras niñas bailaron con los Cavallets en 2015. / Biel Capó
Esperanza Vaquer recuerda la enorme ilusión de aquel primer año, pero también las miradas y los comentarios que recibieron. Aunque, como puntualiza Maria Cursach, hubo algunas quejas por parte de niños mayores, también hubo muchas personas que celebraron el paso hacia la igualdad y aplaudieron la incorporación de niñas a estas danzas ancestrales.
A pesar de su juventud, los comentarios no las afectaron demasiado. Confiesan que les daba vergüenza responder, pero en ningún momento pensaron en renunciar. Al contrario: las críticas fueron un impulso para seguir adelante. Aquello que parecía imposible se convirtió en realidad. “Después fuimos portada de Diario de Mallorca y todo el mundo quedó contento. Aquel sueño ya era una realidad”, recuerda Esperanza Vaquer.
Más niñas
Las cuatro niñas fueron Cavallets durante cuatro años. Con el paso del tiempo, la presencia femenina ha seguido creciendo. Este año, por ejemplo, el número de niñas y niños está igualado —seis de cada uno—, aunque el año pasado hubo mayoría de niñas. Para las pioneras, “lo importante es la fiesta, no si quienes bailan son niños o niñas”. Por eso defienden que “hay que mantener viva la tradición, llenar las calles de colorido con los bailes y hacer que la gente disfrute”.
Y no es de extrañar: la tradicional fiesta de la barriada del Convent está profundamente arraigada en el pueblo. De hecho, ha sido tema de numerosos trabajos universitarios, enfocados desde la perspectiva de la tradición, la historia, la celebración o la vestimenta. Curiosamente, todos estos trabajos han sido realizados por mujeres. Hoy, las pioneras se sienten orgullosas de haber levantado la mano aquel día: “Mira hasta dónde hemos llegado. Actualmente hay más niñas que niños y estamos muy contentas”. “Si no fuera por nosotras, seguramente ahora mismo solo habría cuatro Cavallets y poco más”. Diez años después de la primera presencia femenina en las ancestrales danzas dels Cavallets d’Artà, la fiesta sigue más viva que nunca. Y ellas han sido clave para revitalizarla.
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