Boulevard
Tramuntana XXI aplaude la tala brutal de pinos en Formentor
Prohens melodramatiza que «los propietarios tienen miedo», pero solo en el alquiler a largo plazo y no en el turístico

La matanza de centenares de árboles en el camino de Cala Murta de Formentor, celebrada por Tramuntana XXI, dibuja una Mallorca sembrada de ataúdes de pino. | DM
Dos domingos atrás, esta sección impagable amanecía con el titular clarividente «Los herederos de Costa i Llobera talan lo Pi de Formentor», sobre el arboricidio masivo en el camino de Cala Murta con el trasfondo mercantil de instalar un campamento. El pasado lunes, este diario publicaba en sus páginas de Opinión un texto de extensión similar, bajo el epígrafe de «Los herederos de Costa y Llobera protegen del fuego el bosque de lo Pi de Formentor». En efecto, no andamos sobrados de originalidad y nos limitamos a copiar, más allá de castellanizar al poeta como debe ser.
El autor del titular fusilado se identifica como «Vicepresidente de Tramuntana XXI», un cargo sin duda trascendental y ante el que inclinamos la cabeza, para titular hoy que «Tramuntana XXI aplaude la tala brutal de pinos en Formentor». Dado que le cuesta hasta encontrar un encabezamiento con personalidad propia, la patronal de la Serra podría haberse ahorrado el esfuerzo mecanográfico, mediante la lectura del subtítulo que adjuntábamos sin necesidad de copiar a nadie:
«La Fundación del poeta: ‘Nos lo exigen para el campamento, el pino poderós del verso no lograría hoy abrirse paso’».
Reconozco que leer un subtítulo es una carga mental excesiva, y no digamos adentrarse en un texto donde se recoge que «el entorno es una bomba de relojería», en labios de Joan Comas en su calidad de gerente de la Fundación Rotger Villalonga que administra la sucesión de Costa i (y) Llobera. Sostiene lo mismo que los copiones de Tramuntana XXI, pero con un mínimo de inteligencia. De hecho, nuestra contribución que en lo literario podía competir con Vargas Llosa, fue muy criticada en lo ideológico por conceder demasiada voz a los autores de la brutal tala de pinos de Formentor. Hasta siete citas textuales defensivas.
Tramuntana XXI tiene por tesorero a Bruno Entrecanales (250 millones de euros de patrimonio según Forbes). Curiosamente en una marca que no se quita la Serra de los labios, ofrece como un dato insoportable la multiplicación de árboles en la isla, que por supuesto es una invitación a talarlos antes que conservarlos. Perfecto, vayamos con las entidades que se han doblado ampliamente en Mallorca durante el último medio siglo:
a) Los árboles.
b) Los coches
c) Los edificios.
d) Las mascotas.
e) Los turistas.
f) Los residentes.
Es curioso que de momento solo se celebre el exterminio en Formentor y otros del eslabón más débil de la cadena, una idea destructora importada de George Bush en 2002 para regocijo de la industria maderera. A falta de que alguien explique la diferencia entre maltratar a un pino y a un gato, ¿se aceptaría que el riesgo de contagio epidémico por proliferación invitara a medidas preventivas drásticas con otros eslabones de la lista? Es curioso a propósito que Tramuntana XXI cite como incendio no prevenido Andratx’13, causado por una persona que fue condenada a dos años y medio de cárcel, pero sin aclarar cuál es la medida terminante a aplicar contra imprudentes o irresponsables.
Siempre hemos criticado a Tramuntana XXI, y nos sobran los motivos aunque nos quedáramos cortos. Por primera vez, debemos expresarle nuestro agradecimiento infinito por obligarnos con su falta de imaginación a recordar el mayor atentado ecológico de la isla antes del pacto Vox/PP, repasen fotografías y vídeos de la matanza de Cala Murta. El negocio debe continuar. Y tampoco deben sobrar tantos pinos en Formentor, cuando fueron importados por el entorno de una presidenta de Balears desde el Mediterráneo Oriental, para embellecer la mansión de infausta memoria.
La irracionalidad sigue imperando en Mallorca, por si no han leído lo anterior. Verbigracia, cuando Marga Prohens se lamenta con entonación de Antígona de que «Hay un problema: los propietarios tienen miedo», un pánico que justificaría la reticencia a alquilar. Pero solo a largo plazo, porque «los propietarios no tienen miedo» al alquiler turístico que amontona a hooligans de una noche en sus propiedades.
Sebastià Taltavull, a quien procede incluir a toda velocidad en el palmarés del teatro costumbrista como émulo aventajado de Xesc Forteza, también se pone shakespeariano para declamar que «hoy predomina más la presunción de culpabilidad que la presunción de inocencia, y todos nos convertimos en jueces implacables de nuestros hermanos». En efecto, sangra por la herida del doble pinchazo de la vacuna de la covid, que no fue presunta sino privilegiada cuando el coronavirus tenía peligro de muerte. Al igual que papas aferrados a la supervivencia como Juan Pablo II o Francisco, el menorquín se aplicó un evangélico «los obispos primero». La muerte a todos iguala, sobre todo en el miedo a experimentarla, ¿y quién dijo que un árbol no la sufre?
Reflexión dominical velocípeda: «El segundo animal más rápido del mundo es el que aprendió a correr perseguido por el animal más rápido del mundo».
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