Lletra menuda

La parálisis del desencuentro personal

Bunyola

Bunyola

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Es un enorme lío evitable con un poco de responsabilidad y decencia, reconocido y asumido por sus principales actores y, en consecuencia, particularmente grave porque castiga a una ciudadanía que había depositado su confianza en ellos y ahora, sin comerlo ni beberlo, se encuentra con el Ayuntamiento a palos y sin vías de solución.

Para decirlo rápido y gráfico, lo del consistorio de Bunyola fa peguera. La alcaldesa del PP, Marian Serralta, admite que «la situación es insostenible» y desde la oposición, Joan Luna, de Esquerra Oberta y Carles Bona, del PSOE, acaban de dar con la piedra angular de la gestión municipal al señalar, respectivamente, que «Ahora debe trabajarse por el municipio y los vecinos» y que es el momento de «buscar lo mejor para el pueblo». Entonces, ¿porqué no lo arreglan?. Pues porque los personalismos pesan demasiado y cada uno prefiere que el otro se estrelle solo para convertir en pura penuria política el alcance de las próximas elecciones municipales. Es una «situación líquida», por indefinida, se afirma. Digamos más bien que el actual consistorio de Bunyola ha derramado ya toda su capacidad de buen gobierno, si es que en algún momento llegó a tenerla, contaminando de malestar a todos sus administrados. 

A efectos prácticos, tanto da si han expulsado a los tres ediles de SOMAvi-El Pi o si éstos se han ido por su cuenta. En agosto no fue suficiente la renuncia de Juan Antonio Riera a la alcaldía. Ahora el PP gobierna, es un decir, en lánguida minoría. En medio de casi toda desavenencia o incompatibilidad permanece el regionalista Miquel Ballester, al que el PP asigna un exceso de celo por Palmanyola mientras que el aludido denuncia las desviaciones presupuestarias de los conservadores. La oposición no contempla una moción de censura. Todo inviable.

Un consistorio a la deriva, con mala praxis política que, a fuerza de intromisiones, declina en malestar entre los funcionarios y diáspora de los policías locales. Quien puede busca mejor cobijo, pero los vecinos de Bunyola no pueden buscarlo porque les ha caído en suerte este mal conglomerado de ediles. Su ayuntamiento deshace en vez de hacer. 

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