Lletra menuda
Desvío hacia la rentabilidad económica

La construcción se sitúa junto al paseo peatonal y a escasos metros de las casas / J.F.M.
Por definición y razón de ser, un Ayuntamiento debe regir sus actuaciones mediante el servicio al interés general y, atendiendo a este principio, causar solo el perjuicio inevitable a los bienes y derechos particulares de los vecinos. Solo cumpliendo estas reglas demostrará capacidad para estar a la altura de las circunstancias y cumplir con su misión institucional.
Si atendemos a lo que está ocurriendo con los balnearios de Port d’Alcúdia, podemos plantearnos serias dudas de que se esté cumpliendo con las premisas apuntadas. Cinco edificaciones de nueva planta de hormigón donde antes había instalaciones de madera, concebidas para captar clientela tanto desde la playa como desde la zona peatonal y posibilidad de ofrecer servicios de restauración desde primeras horas de la mañana hasta las once de la noche. En primer término, parece que el Ayuntamiento de Alcúdia se ha decidido a hacer la competencia, desleal porque esta no es su función, a los negocios de la zona. Pero hay más, porque los vecinos de la primera línea están que trinan al comprobar cómo los nuevos balnearios se entrometen entre sus chalés y el panorama marino ya de por sí sobreexplotado de construcciones. Sin vistas preferentes, las casas pierden valor turístico y económico. Se atisban pleitos en el horizonte.
No se entiende, por otro lado, la connivencia de Costas con el Ayuntamiento para levantar balnearios de hormigón en Port d’Alcúdia cuando, en la mayoría del litoral de Mallorca, se tiende a no renovar concesiones de chiringuitos y se exigen instalaciones desmontables. Queda, por último, un dato que se antoja definitivo. El Ayuntamiento ha invertido tres millones de euros en las cinco instalaciones y se prevé que ingrese 16 millones en una década con las concesiones. Negocio redondo, sin duda, para las arcas municipales. Se dirá que es dinero que repercute en todos los alcudiencs pero, tal cómo están las cosas, cabe interpelarse si debe primar el valor meramente económico y si este es el mejor modo de recaudar.
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