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Correctivo vecinal a la gestión local

Una imagen de la Plaça d'Espanya de Lloseta tomada este miércoles.

Una imagen de la Plaça d'Espanya de Lloseta tomada este miércoles. / J. Frau

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Junto a determinados edificios emblemáticos y los templos, las plazas son los lugares más identificativos y sensibles de los pueblos. Por eso son de gran utilidad como lugar de encuentro y convivencia multiforme. Conviene tenerlo en cuenta ahora que la actitud pasiva de tantos ayuntamientos cede de facto un exceso de estos espacios públicos a la explotación de negocios privados.

La alcaldesa Angelina Pérez explica el nuevo proceso participativo a los vecinos de Lloseta, este miércoles en el Ayuntamiento.

La alcaldesa Angelina Pérez explica el nuevo proceso participativo a los vecinos de Lloseta, este miércoles en el Ayuntamiento. / J. Frau

La alcaldesa de Lloseta, Angelina Pérez, acredita haber entendido el mensaje del revuelo vecinal sobre el modo de transformación elegido para la Plaça d’Espanya al señalar que la reforma «no debe ser un motivo de división» entre los llosetins. En consonancia con tal afirmación, hace bien en retirar el proyecto escogido, pero la loable decisión lleva implícita una carga, la de dejar en evidencia la distorsión entre el sentir popular y la gestión municipal. Mal asunto cuando este distanciamiento desemboca en polémicas evitables porque tardan en repararse. El Ayuntamiento de Lloseta intenta hacerlo ahora con un proceso participativo paralelo a un nuevo concurso de ideas para dar con un diseño designado por votación popular. De este modo, el Consistorio podrá ejercer de Pilatos y aprovechar una subvención de 400.000 euros. En el trance permanece el debate sobre si la plaza necesita reformarse o si, en las condiciones actuales, aparte de su funcionalidad, pesa más su valor identitario y patrimonial no catalogado.

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