Sant Antoni

Manacor burla a la lluvia con unas Beneïdes rápidas pero solemnes

El agua deslució el recorrido de bendición de animales el día de Sant Antoni, que tras las dudas demostró la pervivencia del aspecto más tradicional de la fiesta

Beneïdes de Manacor

Beneïdes de Manacor / Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Siempre acostumbrado a cielos encapotados, el Sant Antoni manacorí suele adolecer de viento y frío. Eso, que es normal si echamos un vistazo al calendario, siempre suele respetar la víspera y el día del ermitaño, cuando le corresponde bendecir a sus animales de pelo y pluma. En esta ocasión no ha sido así y la lluvia ha deslucido las tradicionales Beneïdes y ha obligado a la organización a acelerar un recorrido que ya de por sí se preveía poco luminoso.

Eran las 10,30h cuando carrozas y animales empezaban a formar a lo largo de la avenida de Baix des Cós. Perros, gatos, caballos, burros o serpientes. Recreaciones de escenas típicas del campo mallorquín del siglo pasado, de leña, brasas e indumentarias tradicionales de un día de fiesta de hace cien años. Santos anacoretas y dimonis de toda índole y condición fueron alineándose como aviones a punto de despegar enganchados a sus tractores.

Pero en esas que a las 11h en punto empezó a llover, poco pero sin ganas de parar, lo que hizo que el Patronat de Sant Antoni, organizador de las fiestas, llegara a dudar sobre qué hacer. Los devotos y el público se fueron resguardando de la lluvia donde pudieron, tapando los enseres y las recraciones hechas de cartón piedra y elementos susceptibles de empaparse. Diez minutos tardó en escampar y volver al sol algo enfermizo del principio. La solución: arrancar rápido para poder recibir el agua bendita del rector de Manacor, Antoni Amorós, quien resguardado donde las autoridades, la colla de Dimonis y una megafonía que no arriesgó, fue echando más líquido a la mañana.

Al final, con más público de lo esperado (por la climatología y porque los jóvenes que ayer siguieron la comitiva seguían durmiendo) el formato volvió a lo esperado, eso sí sin tantos animales. Cosa que se compensó con humor, algo de resignación y unas buenas dosis de fe. La misma que hace que el sentimiento perviva aunque las carrozas se vistan de anacronismos nostálgicos, pero orgullosos.

La DANA

Durante el recorrido también pudieron admirarse diversos grupos y parejas con vestimentas tradicionales de los siglos XIX y principios del XX. Trajes mallorquines de gala o para eventos especiales, que lucieron y siervieron para reivindicar todo un movimiento de recuperación de estas telas, prendas y tejidos, algunos de ellos comprados este año en Paiporta, en muestra de solidaridad y apoyo a muchos negocios que lo perdieron todo debido a la pasada DANA.

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