La 'revetla' de Sant Antoni en Mallorca empieza en Artà
La Casa del Trull se ha convertido esta mañana de jueves en el epicentro del inicio de la festividad

Guillem Bosch
Como sucede cada 16 de enero, las calles de Artà se tiñen de camisas blancas y pañuelos rojos para vivir un auténtico entusiasmo santantonier. Y es que en el Llevant de Mallorca son los primeros en levantar el telón de las celebraciones en honor al santo anacoreta. Artà, fiel a su tradición, ha dado el sus a la revetla de Sant Antoni en una jornada marcada por la entrega, los dimonis, las gloses o los foguerons, en definitiva, por la cultura popular.
Desde las primeras luces del día, la Casa del Trull se convirtió en el epicentro del inicio de la festividad con el tradicional berenar, un momento de encuentro que marcó el comienzo de la jornada. No falla la puntualidad británica porque a las nueve en punto, los dos dimonis hicieron su aparición triunfal, desatando el jolgorio en el municipio y encendiendo el ánimo festivo de vecinos y visitantes. Así, Artà al unisono se rendía al tataxin y al tan sentido «assistiu a lo elogi, d’un sant que hem de venerar. I ara per començar digau: Visca Sant Antoni!». Tras la gran aparición de los dimonis Biel Ferriol y Xisco Sansó, Mosca estalló la fiesta. Y es que el tan ansiado y a la vez fugaz primer ball es uno de los momentos más esperados y, a partir de aquí, Artà vive con puro sentimiento su devoción santantoniera.
Visita obligada es la del Ceip Na Caragol, donde los más pequeños sin duda esperaron con emoción y nervios la llegada de los protagonistas de la fiesta. De hecho, se podían oír los gritos de los más pequeños cuando los dimonis los visitan a las aulas para luego salir y danzar en el patio. Así, no faltaron las danzas llenas de complicidad con los alumnos que sin ninguna duda marcan uno de los momentos más tiernos de la mañana. Otro de los momentos que deja otra de las instantáneas más tiernas es la visita a la residencia donde los mayores pueden disfrutar de un exclusivo baile.
Los dos dimonis, junto a la banda y la marea humana de camisas blancas y pañuelos rojos arrancaron así el acapte con toda una jornada por delante para entregarse a la fiesta tan esperada y tan sentida. Eso sí, no ha faltado la visita de un poco de lluvia que no ha apagado el entusiasmo santantonier en la mañana del acapte que se ha prolongado hasta casi las cinco de la tarde

Así ha sido el primer baile de los dimonis de Artà / Guillem Bosch
Evidentemente si algo tiene esta fiesta tan nostrada es que en cada municipio su Sant Antoni es el mejor. Por ello, no faltan las tonades en los que reivindican el santo anacoreta como propio. Así desde primera hora de la mañana en Artà dejaron más que claro lo de «ni murero, ni pobler, Sant Antoni és artenenc».
Tampoco falta en la revetla de Sant Antoni la rivalidad entre municipios santantoniers. Así, en Artà se entona el boti, boti, boti, gabellí es qui no boti mientras que en Manacor y Capdepera cantan boti, boti, boti, artanenc es qui no boti. Y este año, la característica rivalidad entre pueblos ha tenido su nota de humor que ha inspirado algunas que otras gloses y ha sido el xerrim xerram en Capdepera.
Resulta que durante la cavalcada, el Sant Antoni de Artà va acompañado de un burro. Lamentablemente, este animal ha fallecido. Por ello, han acudido al pueblo vecino para pedirles si les dejaban el burro de la Obreria de Capdepera. Así en las beneïdes de Sant Antoni l’ase gabellí hará doblete, por la mañana en Artà y por la tarde en Capdepera. De aquí la glosa de Pere Orpí: «Artà se’n fot del dimoni, perquè s’ase se morí, i passetgen Sant Antoni amb un ase gabellí».
Tras llevar en sentimiento santantonier por todas las calles artanenques, poco antes de las cinco de la tarde llegó el parón para comer y recobrar fuerzas tras una intensa mañana de gloses, herbes, mesclat, pomada y devoción por los dimonis. Y es que falta hacía porque por la tarde se espera otro de los momentos más esperados de la jornada: las emotivas y concurridas Completes, donde cada rincón se llena de fervor y las voces de todos, al unísono, se elevan en una devoción profunda hacia Sant Antoni. A partir de aquí, llegará el turno de los foguerons para culminar una jornada festiva con las torrades en honor al patrón de los animales. Un año más, Artà ha demostrado que conserva su auténtica esencia santantoniera.
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