Manacor se entrega a la fiesta de Sant Antoni y se rinde al poder del Dimoni Gros

Miles de personas llenan la plaça des Convent y disfrutan de las coreografías de la colla del Patronat en un ritual más vivo y sentido que nunca

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Guillem Bosch

Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Una explosión de fervor y sudaderas negras ha guiado la colla del Patronat de Sant Antoni para llevarles en volandas hasta la plaça des Convent de Manacor, epicentro de la fiesta más ‘nostrada’. Y aunque les haya costado llegar y la lluvia haya hecho acto de presencia durante unos minutos, nadie ha impedido que el Dimoni Gros haya podido tentar, una vez más, al santo ermitaño.

Quizá sea el sentimiento o la energía de compartir una misma identidad festiva. De lo contrario es difícil explicar cómo los miles de jóvenes que se han dado cita en la plaza del Ayuntamiento, han aguantado el pequeño chaparrón sin inmutarse. Lo que ha hecho retrasar un poco la salida de la colla de Dimonis de Cas Baciner, en el barrio del Barracar, y que las aproximadamente 5.000 personas que esperaban la llegada y los bailes de rigor hayan tenido que guarecerse como han podido entre paraguas y pochos improvisados.

En la plaza del Convent, una joven multitud estaba entregada a su fiesta por excelencia: Sant Antoni. No han faltado los cánticos ni las gloses ni, por su puesto, la rivalidad entre pueblos santantoniers con el tradicional "boti, boti, boti, artanenc es qui no boti" . La animación también ha llegado desde los balcones de las casas de la plaza del Convent. No ha faltado el fabliol y las castanyetes para cantar al santo anacoreta. No ha faltado detalle, ya que con un plato blanco de cartón y un rotulador negro iban adelantando la tonada a la multitud entregada al máximo mientras esperaba al Dimoni Gros. Y así entre gloses , el "volem una foto" dirigida a la prensa y el paraparaxim, la marea de sudaderas negras entretenía la espera hasta la llegada al Ayuntamiento del Dimoni Gros, los dos dimonions y Sant Antoni para entregarse a la sentida celebración hasta que el cuerpo aguante ya que ha quedado claro que Sant Antoni tiene más fuerza que la lluvia.

En la Sala

Ya en la Sala el Dimoni ha asumido el papel de dominador del pueblo por un día, sentado en la silla del alcalde, Miquel Oliver, que entre risas veía como los dimonions hacían de las suyas colgados de las ventanas, mientras sus seguidores, abajo, aplaudían y cantaban en un alboroto gigantesco. Para terminar, el Dimoni Gros ha salido al balcón municipal con la vara bien extendida y se ha coronado como rey de la fiesta manacorina más campesina y tradicional.

A primera hora, el sol ha disipado los nervios previos al sábado de Sant Antoni y todo ha comenzado a florecer. A partir de las 8 horas, decenas de jóvenes ya habían acudido a la plaza del Covent para guardar sitio desde donde poder ver el baile de los Dimonis. Seis horas de espera que han tenido recompensa. Entre desayunos y grupos de amigos en bicicleta, la ciudad ha acabado de despertar y han empezado las labores en los foguerons: colocación de la leña, grapado de glosas irónicas de cada año y montaje, poco a poco pero sin pausa, de las primeras figuras que arderán, como es habitual, a partir de las 20 horas.

La somera más popular de Manacor y Portocristo, na Tonina también ha salido a pasear por el Bar Mallorquí, donde este año han montado su propio hipódromo en miniatura. En la plaza de Na Camel·la, frente a Sa Xispa, una espectacular recreación de la capilla de Sant Antoni, tan fiel que da pena que tenga que convertirse en cenizas. La próxima cita será a las 19,30 h en la parroquia dels Dolors, donde cerca de 1.500 personas podrán entrar a las Completes.

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