Lletra menuda: Significado y valor del cultivo propio
Incluso el desastre general de la covid ha acabado aportando algunos aspectos positivos. Es una versión más del no hay mal que por bien no venga. La pandemia fue, en algunos aspectos, como los cacahuetes, ese fruto que requiere un acto de fe mientras se desarrolla bajo de tierra y después un paciente proceso de recolección manual, secado y tostado hasta que su agradable sabor, casi adictivo, llega al paladar. Y precisamente de cacahuetes estamos hablando porque, a partir de una decisión tomada durante la covid, Joan Socias, padre e hijo, aportan hoy en estas páginas un testimonio que permite albergar la esperanza de que no todo esta perdido ni desnortado en fora vila y más en concreto, la marjal de sa Pobla.
Mientras haya agricultores como los Cosis, con relevo generacional, capacidad de apreciar el valor de los alimentos locales y la forma de vida del campos, alguna buena semilla en tierra fértil queda. Solo cabe reconocer y apreciar su coraje y esfuerzo. También procurar que no se vean obligados a subsistir en precario de la buena intención. En esto tan vital tiene bastante que ver un consumidor capaz de valorar los productos autóctonos en detrimento, por ejemplo, de frutos secos de importación y sabor uniforme. Seguro que el buen paladar se decantará por los ya escasos cacahuetes de sa Pobla.
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