Lletra menuda

Cuando las dificultades son rutinarias

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Los residentes en Sóller parece que en los últimos tiempos están abonados por imposición a soportar un plus de dificultad específico para ellos dentro de la Mallorca concurrida hasta el colapso. No vale atribuir todas las causas del fenómeno a los encantos de la Vall porque su atractivo no es de hoy, resulta más bien que nadie ha sabido prevenir y reaccionar en consecuencia y ha sido necesaria la espoleta de la ciudadanía para que los gestores públicos comenzaran a dar señales de vida.

Si bien se espera que el primero de la tanda de aparcamientos disuasorios que acaba de abrirse en Can Tinet alivie un tanto la presión del tráfico, Sóller deberá seguir viéndoselas con los coches en todas partes mientras vuelven a fluir otros problemas endémicos de cada verano.

Es el caso de la contaminación de aguas en las playas. En la de Can Generós, en el Port, se ha izado la bandera amarilla al constatar que vuelve a ser inadecuada para el baño.

Poco reconfortante resulta también la reacción de la concejala de Turismo al reconocer que ésta es una tara «habitual de cada verano» y proclamar que se trabajará para identificar las causas de la contaminación. Es decir, que gestores actuales y precedentes eran sabedores del problema pero han permitido que el agua y los vertidos hicieran alegremente de las suyas.

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