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Turismo

La aventura de los buggies: cuando la diversión se vuelve un incordio para los vecinos

Lo que es una ruta de lo más emocionante para los turistas se convierte en un auténtico quebradero de cabeza para aquellos residentes que dos veces al día sufren las consecuencias de tal diversión

VÍDEO | La aventura de los buggies: cuando la diversión se vuelve un incordio

VÍDEO | La aventura de los buggies: cuando la diversión se vuelve un incordio R. Ferriol

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VÍDEO | La aventura de los buggies: cuando la diversión se vuelve un incordio Rosa Ferriol

«La persecución definitiva», «pura diversión al volante» o «acción y diversión asegurada» son algunos de los eslóganes que captan la atención de los turistas en los vídeos promocionales de las empresas dedicadas a las excursiones en buggies, todo ello, acompañados de imágenes que son pura aventura, aunque esta aventura transcurra por zonas de alto valor medioambiental. Precisamente lo que es una ruta de lo más emocionante para unos se convierte en un auténtico quebradero de cabeza para aquellos vecinos que dos veces al día, mañana y tarde, sufren las consecuencias de tal diversión. Por ello, la petición es unánime: piden una ordenanza autonómica que regule este tipo de excursiones porque si se hace a nivel municipal, lo que pasa es que cuando un Ayuntamiento aprueba su normativa que los regula, se trasladan al pueblo vecino y el problema persiste.

Y no es que estas excursiones se limiten a la zona de nuestro preciado litoral. No. Van más allá. Así lo relata Mireia Oliver, de Can Majoral en Algaida, que cuenta que con estos ‘visitantes’ la vendimia de este año ha sido «complicada». Pasan dos veces al día. Sus viñas están a los pies de las montañas de Galdent. «Hacen mucho ruido, levantan mucha polvareda porque transcurren por caminos de tierra, además aceleran, se paran y vuelven a acelerar. Es un verdadero desastre. Destrozan el camino y además causan atascos. Las vías son estrechas y si la comitiva de buggies se encuentra con otro vehículo de frente, se crean atascos», relata Oliver. «Tras el atasco, cuando reprenden la marcha, lo hacen a toda velocidad, levantando una gran polvareda. El jueves mismo estábamos trabajando en la viña y nos dejaron todos blancos. Durante la vendimia, ha sido complicado convivir con este tipo de excursiones», admite. Además de destrozar el camino de tierra, generan un gran «estruendo». Por todo ello, se reclama «una regulación de este tipo de circulación». «Pasa gente en bicicleta, a caballo y nunca hemos dicho nada pero es que este tipo de excursiones con vehículos 4x4 degradan el entorno totalmente y crean problemas. Es un paraje bonito, ellos viven de nuestro paisaje pero lo deben respetar», sentencia Mireia Oliver. Elevada esta problemática al ayuntamiento de Algaida, la alcaldesa Marga Fullana ha explicado que el Consistorio está redactando un reglamento para regular la circulación de vehículos a motor en los espacios naturales del municipio.

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Fotos | Las excursiones en buggy en Mallorca, en imágenes

En Felanitx

Otro de los enclaves que sufre a diario esta «tortura» es Felanitx y Portocolom. La voz de alarma la alzó la plataforma Salvem Portocolom que denunció el pasado 15 de septiembre de manera formal ante el ayuntamiento de Felanitx una de estas empresas organizadoras de las excursiones por «circular y aparcar incluso fuera de los caminos de s’Algar». La indignación vecinal ha ido creciendo al ver que estos todo terrenos no solo circulan por los espacios naturales en busca de «aventura» si no que «entran en espacios y acceden a zonas intactas», lo que amplía la erosión del litoral. Aina Medina es una de las portavoces de la plataforma y confiesa que lo que para los turistas es una «aventura» supone un «impacto» para la población local por la erosión, la polvareda y el ruido que generan en espacios tan tranquilos como Portocolom, sobre todo en s’Algar. «Al ser 4x4 acceden a zonas imposibles y arrasan con todo. Es la sensación de invasión que vivimos los vecinos porque es una comitiva de diez buggies que monta un circo en el espacio donde llega».

Además de la erosión y de los problemas que ocasiona tanto a los residentes como a los animales de la zona, desde Salvem Portocolom hacen hincapié en el riesgo de incendio que suponen este tipo de excursiones porque «circulan por espacios con arbustos o bosques y en verano todo es muy susceptible de padecer incendios». «En Portocolom la zona más delicada es la de s’Algar pero también llegan a Sant Salvador, hay carretera pero ellos buscan caminos de tierra y precisamente es lo que pedimos a las instituciones que se prohiba el acceso de estas excursiones en zonas protegidas», reclama Medina. «Lo hemos pedido al Ayuntamiento pero al final si lo regula un municipio, se van a otro, por ello, reclamamos una normativa autonómica para proteger de estas actividades todos los espacios protegidos de la isla», insiste Medina.

En Felanitx, el Ayuntamiento está tramitando la ordenanza que limitará estas rutas por el entorno natural y que en breve saldrá a exposición pública.

Manacor sí cuenta con ordenanza que regula el paso de este tipo de vehículos. De hecho, los vecinos de Felanitx aseguran que una vez aprobada la normativa manacorina, las excursiones se trasladaron al municipio vecino. De todas maneras, lo que viven en Son Macià también es una auténtica tortura. Puntuales como un reloj británico pasan de lunes a domingo a las 9.30 y a las 15.30 horas, es verdad, que circulan por caminos de asfalto pero el estruendo que genera una comitiva de 22 buggies es difícil de aguantar por los vecinos. «Cuando tienen el cupo lleno es espectacular, puede haber 22 buggies uno tras otros. En Son Macià la gente protesta sobre todo por el ruido y porque es una invasión diaria», explica Jaume Adrover. De hecho, admite que en alguna ocasión los vecinos se pusieron de acuerdo para poner piedras en el camino para que no circularan pero fue en vano. «Su aventura es destrozar lo poco que nos queda protegido», lamenta. De hecho, el jueves en Son Macià a las 9.30 puntuales una comitiva de doce buggies además de tres todoterrenos obligaron a un camión que faenaba en la zona a ir marcha atrás para que pudieran continuar su aventura. De hecho, los ocupantes ya llevan un pañuelo naranja para cubrirse la boca y la nariz de la polvareda que levantan.

Y basta acudir a sus páginas web para darse cuenta que su aventura también alcanza las dunas de sa Canova. Precisamente, en el Parc Natural de Llevant, el PORN prohíbe este tipo de actividades. Además, Artà cuenta con un reglamento municipal que regula la circulación de vehículos a motor dentro de los espacios naturales. De hecho, la escena de los buggies en sa Canova ha sorprendido y causado la indignación de más de un bañista este verano. Desde el parque admiten que no pueden circular y dedican esfuerzos para vigilar y disuadirlos pero son 20.000 hectáreas a controlar y no siempre se consigue.

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