Lletra menuda

Limitación del tráfico en Formentor: el colapso de la gestión

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Ya no queda margen para el pretexto. Las restricciones para acceder en vehículo privado al faro de Formentor estrenan su tercer año de aplicación y topan con la misma desorientación y dificultades del primer día. Confusión, información insuficiente y autobuses repletos, tres elementos que, inevitablemente se embotellan en malestar y pérdida de tiempo. En estas condiciones, resulta más complicado cumplir con el objetivo de equilibrar el número de visitantes con la protección del medio ambiente. La presión humana ya es muy alta en la península de Pollença.

Para regular el tráfico primero hay que ordenar su modo de gestión administrativa y dotarla de medios suficientes para que se pueda alcanzar el fin pretendido. En el asunto del atasco de Formentor parece que no se ha querido aprender de las novatadas de los años anteriores. Según se cuenta en las informaciones del primer día, queda claro que las administraciones implicadas no han cuidado la previsión. Se han ignorado mutuamente o han tropezado incluso para poner una barrera o discernir el número de plazas de bus necesarias para poder trasladar a los turistas desde el aparcamiento al faro.

Queda tiempo para la corrección necesaria, pero con un buen comienzo se hubiera avanzado mucho. No puede ser que la apatía del cambio de color político y el reenganche electoral prolonguen una situación difícil de justificar. La puesta de sol en Formentor, tan de moda ahora, no puede quedar eclipsada por un atasco irritante.

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