Náutica en Mallorca: El desafío de construir un velero por uno mismo

Poco podía esperarse Sebastián Filippini que 20 años después de llegar a Porto Cristo desde Uruguay emprendería un reto así: Construir un barco de madera desde cero y sin experiencia previa

El desafío de construir un velero por uno mismo

El desafío de construir un velero por uno mismo / Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Hacer las cosas por uno mismo es demostrar potencial, superarse con algo complicado y que se expande más allá de tus conocimientos. Aún rozando la inconsciencia, es confirmar carácter. Y por ese camino es por donde navega Sebastián Filippini, un uruguayo que hace 20 años llegó a Porto Cristo y decidió quedarse. Siempre con ganas de mar, en 2015 se sacó el título de patrón de barco y pensó en comprarse «un velerito de segunda mano». Pero la cosa es que para un ingeniero en telecomunicaciones como él, puede que eso no fuera suficiente: ¿Por qué no hacerlo uno mismo, si al fin y al cabo es física?.

Rebobinemos y empecemos por el principio: «¿Qué cómo llegué?». Reflexiona un rato y responde: «Después de graduarme decidí tomarme un año sabático. En principio planeé irme a Brasil. Después pensé en España, a Madrid de mochilero y desde allí al País Vasco y Galicia. En el Río de la Plata hay mucha presencia de gallegos», concluye. El año viajero le llevó finalmente a pasar el verano al este de Mallorca, en Porto Cristo, donde Sebastián tenía un amigo.

Y de allí a Barcelona (con escala de nuevo en Uruguay). «Entonces supe que tenía que volver. Arreglé los papeles y volví aquí, donde me había sentido tan cómodo», recuerda ahora con su vida laboral y familiar ya asentada en la isla.

Ahora podemos seguir: ¿Cómo arrancar la construcción de un barco, por pequeño que sea, desde cero y sin experiencia?. «Hablé con gente que construye, pero fue cuando dí con el libro de George Buehler, un norteamericano que compartía los planos de un pequeño velero, cuando lo tuve claro. Un barco de madera clásico para hacer a mano. En el libro se describían dos o tres proyectos con el portfolio de los diseño”. Eso acabó de encender el interés de Sebastián, confeso amante de la carpintería a nivel usuario. «Las herramientas me gustan, no les tengo miedo. Pero estaba claro que esto era un desafío».

El desafío de construir un velero por uno mismo |

El desafío de construir un velero por uno mismo | / Sebastià Sansó

Hacer que funcione es hacer que flote, que pueda navegar. Era 2019 cuando Filippini, junto a su amigo Jaume Barceló, empezaron con el Catalina en la terraza del primero. «Comenzamos por la quilla, que era lo más factible». Pero en esas que surgieron dos problemas casi de golpe. Uno sería obviamente la pandemia, pero el otro podía significar tener que dejar el proyecto sin apenas empezar. La burocracia.

Y es que construir un barco por uno mismo, así, sin más, no es legal en España. La primera opción fue abanderarlo en Bélgica, de legislación en principio más laxa. Pero hace unos años que la ley del país ya exige una residencia registrada para poder concretar el asunto. «Así que decidimos tomar el camino español. Es decir, empezar homologando los planos con un ingeniero naval, hacer los cálculos de pesos de acuerdo con la normativa europea y determinar los usos y la zona a navegar». Y claro, eso también cuesta dinero.

El desafío de construir un velero por uno mismo | FOTOS DE S

El desafío de construir un velero por uno mismo | FOTOS DE S / Sebastià Sansó

Tras ello, Capitanía de Marina les asignó un inspector de la construcción: el decano del colegio de ingenieros navales de Balears. «Sin que te den de alta en todo eso no puedes empezar». Pero como no es un llaüt y no hay nadie más que en estos momentos se haya aventurado a hacer realidad su propio barco sin ser un maestro de haya, el control es algo más complicado. «Tenemos un cuaderno de pesos que determina el de cada pieza por separado así como su comparación con el valor teórico», un nuevo reto que asumir, ya que Buehler calculó todas las piezas de su velero Chesapeak teniendo en cuenta la densidad y el peso del pino de Oregón y Filippini ha tenido que adecuarse a la madera que pueda estar a su abasto.

La madera de Sapele africana es densa y va notablemente bien para la estructura, mientras que la cubierta va a ser de pino de norte de la mejor calidad posible. «También he conseguido varias piezas de Iroco de una demolición», añade, «de unas vigas de más 50 años y que por tanto sé que no van a variar y son madera asentada».

El desafío de construir un velero por uno mismo

El desafío de construir un velero por uno mismo / Sebastià Sansó

Si hablamos de medidas, el Catalina medirá un poco menos de seis metros de longitud, aunque si le añadimos el botarón de proa a la estructura llegue a superarlos. «Es una embarcación pensada para navegar a un máximo de cinco millas de la costa. La vela que sujetará el único mástil del velero no será la latina que acostumbramos a ver por aquí, sino que es una cangreja», es decir que en vez de ser triangular será trapezoidal, lo que le otorgará una mayor superficie pero menos capacidad de ceñida.

Flotación

Una vez terminado el diseño, el otro escollo, a parte de la flotación, va ser el amarre. Carentes como estamos en Balears de plazas públicas, este será quizá el reto mayor. «Actualmente la lista de espera es de unos diez años… vamos a ver si podemos conseguirlo en Porto Cristo de alguna forma, y si no el otro plan será conseguir una boya en el puerto de Portocolom, ya que para que se conserve en buenas condiciones el velero tiene que estar siempre en el agua», resalta Filippini.

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