Lletra menuda

Lletra menuda: doble invasión simultánea

Llorenç Riera

Llorenç Riera

El brillo de las lentejuelas y el estruendo de la música liberadora no permiten apreciar la realidad del bosque y desaprovechan el beneficio de su calma reparadora, aunque sea en un entorno urbano. Así de contradictorios son los comportamientos lúdicos actuales.

Los pinares de Mallorca vuelven a estar este año plagados de procesionaria. Nada nuevo porque es una plaga que viene arrastrándose y consumiendo la savia de los árboles desde hace décadas en esta isla. Su extinción es azarosa y objeto de campañas de extinción casi permanente. Sin embargo, los organizadores y asistentes a la exitosa Gran Verbena Mallorca Festival, en Peguera, parecen haberla descubierto ahora. Lo han hecho como tantos otros, a base de erupciones y picores cutáneos. La diferencia está en que, quien más quien menos, lo ha hecho trabajando en el campo o yendo de excursión, no asistiendo a un macroconcierto de doce horas.

Deberemos plantearnos por tanto quién es el invasor, si la repelente oruga peluda o la verbena masiva al lado del pinar. Sin duda las dos, porque ambas tienen efecto desestabilizador, aunque en proporción y forma desigual, sobre el medio natural.

Descartada casi por completo la sarna, las lesiones cutáneas padecidas por los jóvenes se atribuyen a una procesionaria traidora y abusiva. Los perjudicados piden más información y métodos eficaces de lucha. No son los primeros, por mucho que hayan descubierto ahora la molesta oruga. Sin duda, debe intensificarse la lucha contra la procesionaria, no solo en los pinares de Torà. También conviene puntualizar que su control es necesario, más que por la celebración de verbenas, para mantener el equilibrio natural incluso en los lugares turísticos.

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