Lletra menuda: la duda como elemento legalizador

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Andaba cargado de razón el incomprendido Tomeu Cifre. Todo se ha arreglado sin mayor problema. Un informe de la conselleria de Medio Ambiente desprovisto de consistencias sustanciales y directas, pero abierto a la ambigüedad y a la doble interpretación, permite salvar los últimos escollos para otorgar la licencia de reconstrucción al hotel Formentor. Todo a posteriori. Los nuevos definidores del establecimiento insignia que ya nunca más podrá reconciliarse con su ilustre pasado, han hecho en Formentor lo que han considerado oportuno, según sus intereses y pretensiones. Ante ello, el ayuntamiento de Pollença ha derramado tolerancia hasta los lindes del aplauso y el pronóstico que vaticinaba una componenda segura. Efectivamente. El derrumbe del proyecto básico de reforma y ampliación se vuelve a levantar con un informe de Medio Ambiente que no veta el paso a la reconstrucción del hotel, previo paso por la legalización de la demolición del edificio ya consumada. La conselleria no se ha pillado los dedos con su evaluación, más bien ha quedado en disposición de competir con Pilatos. Concluye que lo hecho no tendrá «efectos apreciables» en el medio natural. ¿Los habrá imperceptibles? También apunta que la modificación realizada «no tiene relación directa con la gestión de los espacios protegidos». ¿Existen, por contra, repercusiones indirectas? Son interrogantes que no se despejan. En Formentor la duda y la inconsistencia administrativa han quedado establecidas como factores estabilizadores capaces de encaminar la legalización de hechos consumados. Cubierta queda la explotación económica del hotel, menos clara permanece la consonancia con el interés general.

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