El GOB hace memoria: 50 años de ecologismo

Hace medio siglo un grupo de jóvenes interesados por la naturaleza fundó la entidad, que creció a golpe de memorables movilizaciones - Hoy ha perdido peso en la calle pero lo ha ganado en las salas de reuniones - Uno de sus fundadores y su actual presidente hablan de las batallas del pasado y del presente

(VÍDEO) El GOB cumple cincuenta años

B. Ramon

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

A finales de 1973 un grupo de jóvenes que compartían afición por las salidas a la naturaleza y una inquietud por la preservación de los espacios naturales de Mallorca formaron el embrión de lo que sería el Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa (GOB). Aquella asociación que inicialmente centraba su interés en la observación de aves, creció a golpe de multitudinarias y memorables movilizaciones para defender el territorio de la amenaza de las grúas. A punto de cumplir 50 años ha perdido presencia en la calle, pero la ha ganado en salas de reuniones —y en redes sociales—.

DIARIO de MALLORCA ha reunido a uno de los fundadores del GOB, Miquel Rayó, y a su actual presidente, Amadeu Corbera, para hablar de las batallas del pasado y las del presente, y de cómo ha cambiado la estrategia para preservar los espacios naturales de la isla. También de cómo se ha transformado una sociedad que en los años 70 aprendía sobre naturaleza y conservación en los artículos que los fundadores publicaban en la prensa local.

«Éramos un grupo de jóvenes que íbamos de excursión y seguíamos los programas de Félix Rodríguez de la Fuente, que nos impactaban mucho. Un día escribí una carta a un periódico advirtiendo de que la naturaleza peligraba, y animaba a que quien estuviera interesado en hacer excursiones se pusiera en contacto conmigo. Enseguida me llamaron Jesús Jurado y Tonyo Alcover», recuerda Rayó, que se refiere a sí mismo orgullosamente como un «gobosaurio». A ellos se unirían Joan Mayol, Xesc Moll, Xavier Pastor, Antoni Bonner, Xisco Avellà y Lluc Mas, entre otros.

Eran los años 70, época de depredación urbanística en la isla y pocos o ningún límite a las grúas. «Entre nosotros había mucha preocupación por los temas ambientales. De hecho, pusimos el primer pleito en España relacionado con el Medio Ambiente por las cenizas que tiraba la central térmica a l’Albufera. Y en 1977 hubo un punto de inflexión con el gran acto por sa Dragonera organizado por Terra i Llibertat», subraya Rayó.

Aquello abrió una discusión en el seno del GOB de la que salió fortalecido. «Hubo un debate sobre si debíamos ocupar sa Dragonera. El presidente era Pep Cassassalles, un hombre de leyes y conservador que se opuso a la ocupación. Ya se arriesgaba presidiendo una asociación que planteaba unas opiniones tan divergentes para la época. Pero ganó la ocupación y él dimitió. Le sustituyó Xesc Moll, que dio un nuevo impulso. Y además, ningún socio se dio de baja», rememora este fundador.

Entre los hitos que siguieron son recordadas las movilizaciones para salvar del ladrillo a Cala Mondragó, es Trenc y Cabrera, o contra la incineradora de Palma. Ya en 2004, en plena fiebre de la construcción, el GOB sacó a la calle a miles de personas para gritar que Qui estima Mallorca no la destrueix, y en 2007 hizo lo propio para exigir salvar el territorio. En los últimos años la entidad ha perdido presencia en la calle, aunque ha mantenido el pulso con la multitudinaria cadena humana contra un complejo hotelero en sa Ràpita en 2012 y, el año pasado, el mosaico humano en la plaza Mayor de Palma organizado para impulsar una Ley de Bienestar de las generaciones presentes y futuras.

«En los últimos diez años no ha habido movilizaciones. Puede ser un error nuestro o puede que sea fruto del contexto. Hemos tenido dos legislaturas con una mayoría política que, pensábamos, iba a ser más afín al GOB, pero se ha demostrado que no ha sido así. Estos años confiábamos en que la vía institucional resolvería muchos problemas que históricamente habíamos planteado», explica Corbera.

«Por otro lado, ahora la gente milita en las redes sociales y eso es un problema. Porque puedes hacer ruido, pero lo que impulsa los cambios es la calle. Es cierto que estos últimos diez años hemos perdido un poco de músculo. Pero también hemos ganado en reflexión y en inteligencia crítica», añade el presidente del GOB.

Interviene Rayó, que presidió la entidad tres años en la década de los 80: «Es importante el contexto. En los últimos años del franquismo había ganas de romper con el sistema y un espacio ideológico vacío, que era el movimiento ambientalista o ecologista. Había mucho camino por recorrer».

También el mensaje se ha hecho más complejo. Prevenir contra el ladrillo en espacios naturales era más sencillo que explicar el cambio climático, y además movilizaba más. «Hemos salvado los lugares emblemáticos de Mallorca, pero ahora tenemos que explicar que hay demasiados turistas o que tenemos que cambiar de tipo de movilidad. Y ahí es cuando la gente dice: ‘Haber salvado es Trenc está muy bien, pero queremos ir en coche’», ilustra Corbera.

Los 80 fueron años de cañellismo y mayorías absolutas del PP, pero Rayó recuerda que pese a los choques solían abrirse grietas para el diálogo y los acuerdos. Corbera lamenta que hoy el ecologismo no encuentre interlocutores en lo que llama «el otro lado», un universo formado por el sector turístico y la construcción. «Es un desierto y lo hemos visto por ejemplo con la campaña de la posidonia, cuando desde la asociación de navegantes y la patronal náutica hubo un discurso muy duro. Ojalá un día saliera alguien de la Federación hotelera y dijera que el aeropuerto no se tiene que ampliar. O que un constructor dijera que ya no se puede construir más. Pero no hay nadie. Y yo no quiero que sean ecologistas, ¿pero un poco verdes? Eso me frustra», lamenta el presidente del GOB.

Hace décadas el ecologismo tenía más aliados que ahora, y en varios frentes. «Recuerdo cuando la editorial Moll publicó los manuales de Introducción a la Naturaleza con las plantas y animales de Balears, y sa Nostra los regaló entre sus clientes. Eso fue muy importante», señala Rayó.

«Ahora no tenemos eso, las cajas de ahorros como sa Nostra no existen. ¿Alguien se imagina al GOB repartiendo libros con el Banco Santander?», se pregunta Corbera.

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B. Ramon

La relación con la política

Tradicionalmente a los ecologistas tampoco les ha resultado fácil hacer oposición a un Govern progresista. «El ejemplo lo hemos visto con la autopista de Campos. Nosotros fuimos coherentes y nos opusimos, pero sufrimos muchas presiones. Hubo gente que nos decía que estábamos hundiendo a la izquierda, y que nos estábamos pasando», evoca el presidente del GOB.

«En aquellos años nos resultó más fácil porque era territorio virgen y nosotros íbamos sembrando. Eso ha cambiado», concede Rayó. «Nuestras juntas eran abiertas y duraban horas infinitas. Los temas iban desde si nos adheríamos a una campaña antinuclear no sé dónde hasta ir a alimentar a los voltors que tenían en Son Reus. A estas reuniones abiertas venía gente que en teoría eran socios, pero un día nos dimos cuenta de que venían a espiar gente del PSOE, del PC y del PSM. Pero había un esfuerzo por no traspasar la frontera y mantenernos independientes», evoca este fundador.

Estos dos ecologistas de generaciones distantes recuerdan algunos de los hitos que adornan el medio siglo de trayectoria de la entidad. «Al voltor negre lo salvó el GOB. Y si el GOB hubiera existido en los años 50, el vell marí no se habría extinguido», subraya Corbera. «Seguramente se habría podido salvar. Hoy podemos ver voltors porque se ha hecho un trabajo enorme. Con un riesgo para nosotros, porque íbamos a ver un nido y no teníamos ni una cuerda de escalada», replica Rayó.

También evocan éxitos recientes cosechados sin necesidad de sacar la pancartas. «Hay muchas cosas que paramos haciendo un trabajo de reuniones y negociaciones que no se ve. Por ejemplo, un mamotreto de urbanización que querían hacer en Bunyola. No nos verán en la calle protestando porque ya no es necesario», manifiesta Corbera.

Durante décadas el GOB canalizó en solitario todas las luchas para preservar los recursos naturales de Mallorca. Pero en los últimos años ese espacio de reivindicación se ha atomizado con la irrupción de otros actores como Terraferida y diversas plataformas que han nacido para defender causas muy localizadas. «Cuanta más gente ecologista haya, mejor. Antes el GOB era ornitología y salvemos este u otro espacio natural. Ahora también es eso, y además tenemos un área de mar, posidonia, hablamos de capacidad de carga turística y demográfica, una Ley de Bienestar de generaciones futuras... Pero no podemos llegar a todo. ¿Que en Stop Creuers hay gente que se dedica a cuantificar las toneladas de emisiones? Fenomenal», subraya el presidente.

Pulso con los hoteleros

Antes y ahora, los hoteleros siguen siendo el «enemigo» en la defensa del medio natural de Mallorca. «No sé si los hoteleros son peores ahora que antes. Siempre han sido el poder, y tienen un doble discurso. Por ejemplo, hoteleros mallorquines muy significados aceptan que en California no pueden construir un hotel con un campo de golf adyacente porque las leyes de allí sobre el agua son muy estrictas. En cambio aquí no son capaces de asumir que también tiene que haber esos límites», lamenta Rayó.

En todo caso, cree que la problemática tiene raíces más profundas. «El sistema, sobre todo cuando se ha neoliberalizado, se lo come todo, lo digiere y lo transforma en algo a su favor. Por eso los que somos más mayores decimos que hemos ganando batallas, pero la guerra la vamos perdiendo», afirma este veterano ecologista.

«Para que en Mallorca el sistema no lo digiera todo tiene que haber un movimiento ecologista organizado y fuerte», interviene Corbera. «Cuando el movimiento ecologista cede el testigo a la vía institucional pensando que los partidos, teóricamente afines, impulsarían este cambio, hemos visto que no ha sido así», añade.

El GOB afronta en la actualidad debates internos que hace décadas no estaban en la agenda. Por ejemplo, hace diez años la entidad estuvo tentada de respaldar el alquiler turístico porque «le iba a quitar el monopolio a los hoteleros», pero Macià Blázquez zanjó el debate cuando advirtió de la amenaza de gentrificación. Hoy se apuesta por las renovables a la vez que se lamenta la ocupación de suelo rústico que implican los parques solares.

¿Qué batallas estará librando el GOB dentro de otros 50 años? Responde Corbera: «A mí me gustaría que volviera a ser una agrupación ornitológica. Que ya no tuviéramos que librar batallas obvias como que se tienen que limitar los coches o que no se tienen que construir autopistas».

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