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La aurora boreal de 1938: el día en que Mallorca creyó ver el fin del mundo

Se cumplen 85 años de uno de los fenómenos más excepcionales que depara la naturaleza: una aurora boreal que tiñó de color rojo el cielo de la isla y de buena parte del mundo, alimentando los rumores y los miedos

Aurora boreal de tonos rojizos captada en Canadá.

Aurora boreal de tonos rojizos captada en Canadá. / MIKE SLAUGHTER

Iñaki Moure

Iñaki Moure

Un 25 de enero de 1938, el cielo de Mallorca cambió de color y pasó a exhibir tonalidades rojas y naranjas. El fenómeno espantó a los mallorquines en unos años especialmente convulsos en España y en el mundo. Empezaba el tercer año de la Guerra Civil y el continente temblaba ante la pujanza del régimen nazi que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial.

Un ejemplo de auroraboreal captada en Alaska. |  STEPHEN NOWERS

Un ejemplo de aurora boreal captada en Alaska. | STEPHEN NOWERS / i.moure. palma

Ese día, los rumores, las conjeturas y los miedos se extendieron por todos los rincones de la isla. Unos creyeron ver el fin definitivo de los tiempos. El fin del mundo. Los hubo que creyeron que ese resplandor rojizo era el destello de una monumental deflagración en la península, como consecuencia de los combates de las tropas republicanas y los insurrectos nacionales.

Pero todo tenía una explicación científica.

El cielo rojo como una herida, como si alguien lo hubiese rasgado, era la consecuencia de un fenómeno propio de otras latitudes más septentrionales: una aurora boreal. Se trata de uno de los grandes espectáculos que depara la naturaleza, cuando la radiación que viene del sol colisiona con el campo magnético de la Tierra. El fenómeno lumínico se da sobre todo en zonas polares, pero puede aparecer en otros lugares del planeta, aunque es algo infrecuente.

«Todos llorábamos. Decían que era el fin del mundo»

Y eso fue lo que sucedía aquel día. No sólo en Mallorca, sino en España, diferentes países europeos, Estados Unidos e, incluso, Australia. La alarma fue mundial. En Londres, muchos ciudadanos llamaron a los bomberos creyendo que se trataba de un incendio monumental, mientras que en las Bermudas corrió el rumor de que se trataba de un carguero en llamas. La aurora boreal causó asombro en Mallorca, como atestigua el experto en cultura popular Rafel Perelló, quien ha recogido algunos testimonios de gente que lo vivió en primera persona, como Maria ‘Cama’ (1918-2019), de Sant Llorenç. «Todos llorábamos. Decían que era el fin del mundo», le contó a Perelló.

Los periódicos se hicieron eco de aquel fenómeno, pero en aquella época, como recuerda Perelló, no todo el mundo los leía, así que la inquietud no desapareció enseguida para muchos. La gente no sabía qué había pasado.

Testimonio de científico

El testimonio de un científico de la época, recogido por los periódicos al día siguiente, ayuda a entender qué sucedió aquel día. El director del Observatorio del Ebro, en Tarragona, explicaba que la aurora «se presentó en forma de gigantesco abanico, abierto hacia el cielo y de rayos ligeramente convergentes sobre el Polo magnético de la Tierra».

Se produjo, continuaba detallando con gran vigor poético, un «intenso fulgor rosáceo, atravesado por multitudes de bandas de luz más blancas y brillantes, cual si procediesen de potentes reflectores enfocados hacia el cénit».

Respecto a la gestación de este fenómeno, recordaba el experto que en los días previos varios observatorios constataron «un grupo extraordinario de manchas solares cuya superficie superaba la de 20 planetas».

«Se produjo un intenso fulgor rosáceo, atravesado por multitudes de bandas de luz más blancas y brillantes, cual si procediesen de potentes reflectores enfocados hacia el cénit»

«Es casi seguro que la vistosa aurora boreal guarde relación con ese notable grupo de manchas y el fenómeno se produjo cuando la Tierra, en su movimiento de revolución alrededor del sol, penetró en la nube de partículas eléctricas arrojadas al espacio por ese potente centro de actividad», apuntó.