Lletra menuda: La poda de la estética y el mantenimiento

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Las raíces de la gestión, tan improvisada como inapropiada, de los árboles urbanos plantados en Mallorca resultan muy difíciles de arrancar. Troncos y ramas en lugares inadecuados hacen muy difícil la regeneración y sustitución de unas especies impuestas a una tierra y cemento que imposibilitan a la calle como jardín urbano. Pero estos árboles de artificio ya forman parte del paisaje característico de muchas villas y ciudades. Por eso cuando reciben la intervención del urbanista o, directamente la excavadora, son sacudidos por el vendaval de la controversia directa. Lo hemos visto con frecuencia en los últimos tiempos.

En la ronda de circunvalación de Sineu todo está abonado ahora con inadecuado fertilizante de política electoral para hacer leña de una nueva fase de movilización de sus almeces y moreras. Més aparece con marca propia para acudir a las urnas y el espacio de unos árboles sentenciados le sirve para ganar visibilidad. La polémica lleva días regándose en redes sociales sin que el diagnóstico de troncos podridos y aceras levantadas que hace el alcalde Mulet sirva para amortiguarla de forma suficiente.

El problema, no solo en Sineu, está en que muchos ayuntamientos han arrastrado el vicio de plantar árboles, demasiadas veces exóticos, y abandonarlos inmediatamente después. Y las calles no son una garriga. Falta en ellas poda, mantenimiento y adecuación de especies al lugar.

Si estas prácticas se hubieran cumplido, es muy posible que la ronda de Sineu no estuviera ahora abocado a un periodo desértico, hasta que los nuevos árboles adquieran robustez y los vecinos, y el característico perfil de la villa que se observa desde este punto, se familiaricen con ellos.

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