Lletra menuda

La apetencia insaciable

Llorenç Riera

Llorenç Riera

De referente selecto y privilegiado a nudo duro de conflictos y devaluación de acuerdos envueltos, eso sí, en un paisaje idílico y por tanto profanado, porque el entorno del Hotel Formentor ya no está en condiciones de transmitir la paz que aparenta. Esta es la evolución. No hay relax ni estabilidad cuando se zarandea la legalidad o la palabra dada y el acuerdo suscrito quedan en papel mojado. En esas estamos.

La transformación del Hotel Formentor ha dejado de ser noticia por la imagen de futuro que pueda proyectar o la condición de sus huéspedes potenciales.

El tormentoso proceso de obras, una demanda laboral con interpretaciones divergentes entre las partes y ahora la explotación del aparcamiento, tienen hoy preso y manchado el buen nombre de Formentor. Ni el lugar ni su pasado se lo merecen.

El último episodio, el del estacionamiento que ha pasado a titularidad municipal, fruto del acuerdo que se alcanzó para la licencia de reforma pero sigue siendo explotado por el hotel, confirma que el árbol de la apetencia excesiva no deja ver el bosque del interés general ni del servicio público compatible con el negocio privado.

El «grave daño económico» con una estimación de pérdidas cifrada en un millón de euros, es el gran argumento utilizado por la nueva propiedad del hotel para pleitear con el Ayuntamiento y aconsejarle que use como estacionamiento una de las zonas verdes cedidas, «dado que no forma parte del sistema viario establecido».

El tribunal, en una resolución provisional, no da por probados los perjuicios esgrimidos y mantiene el aparcamiento bajo control municipal. Es un capítulo más de la maraña de intereses que se ceban con Formentor.

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