Una feria como las de toda la vida. El Dijous Bo ha recuperado las sensaciones prepandémicas, sin ningún tipo de restricciones, en una larga jornada ferial que ha sido visitada, como es habitual, por miles de personas procedentes de todos los puntos de la isla. El día ha amanecido nublado, pero cálido. A la feria le ha costado arrancar, y antes de mediodía era incluso fácil caminar sin agobios por las calles del centro de la capital del Raiguer, aunque a partir de las 12 el grueso de público había llegado y se han reproducido las clásicas imágenes de riadas de gente paseando entre los numerosos estands de venta, unas 250 paradas que puestas en fila cubrían la distancia de unos cuatro kilómetros. En la feria ‘inquera’ todo es a lo grande.

La tradicional recepción de autoridades, a las 10 de la mañana frente al Ayuntamiento, ha reunido a una nutrida representación política de todos los partidos e instituciones, síntoma de que se acercan las elecciones

El alcalde Virgilio Moreno y todos los miembros de la corporación han hecho de anfitriones y han ido saludando a las autoridades presentes, encabezadas por la presidenta del Govern, Francina Armengol, acompañada por las conselleras Rosario Sánchez, Mercedes Garrido y Mae de la Concha. También han acudido la delegada del gobierno, Aina Calvo, y el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs. No faltaron los líderes de los diferentes partidos como Marga Prohens (PP), Tolo Gili (El Pi), Patricia Guasp (Cs) o representantes de Més como Jaume Alzamora, entre otros. 

Tras hacerse la tradicional foto de familia, el alcalde Moreno ha destacado la «gran tranquilidad» que definió a la jornada del miércoles y ha expresado la «ilusión» que provoca el retorno a la «normalidad» . Por su parte, Armengol ha dicho que «como presidenta y como inquera» es un «honor enorme» volver a un Dijous Bo «de esos que hacen historia». También ha felicitado al Ayuntamiento por las tres ferias precedentes que han supuesto «un éxito enorme».

Después, la comitiva ha iniciado el paseo por el recinto ferial pasando por las diferentes plazas con más animación, entre las que destacaba la Plaça Mallorca, sede de la Mostra del Comerç i Empresa, donde estaban representados los medios de comunicación, entre ellos DIARIO de MALLORCA, y de otras empresas que exhibían lo mejor de sus productos con efectistas reclamos publicitarios.

Tampoco podía faltar la visita a la Plaça del Bestiar, uno de los centros neurálgicos de la feria por las muestras de animales que siempre ejercen de reclamo para todos los visitantes. Los presentes han podido ver de cerca e incluso tocar a los porcs negres, ovejas, cans de bestiar, aves de corral, caballos o aves de cetrería, entre otras especies. En la vecina Plaça de la Font Vella, frente a los juzgados, cientos de personas observaban boquiabiertas las demostraciones de doma de caballos.

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Un Dijous Bo como los de antes Manu Mielniezuk

El eje conductor de todos estos enclaves era el ‘mercat pagès’, representado por cientos de vendedores ataviados con los trajes tradicionales (con mayor o menor acierto) de la payesía mallorquina, que comercializaban un sinfín de productos locales de temporada y embutidos típicos con la sobrasada en todas sus vertientes como reina indiscutible. 

En la calle Bartomeu Coc, uno de los viales más transitados de Inca, muchos hacían una parada estratégica para reponer fuerzas, atraídos por los aromas de la comida recién hecha. Allí se han despachado durante toda la jornada platos de calamares fritos, carnes a la plancha, hamburguesas o kebabs, entre muchos otros manjares que, eso sí, se pagaban a precios muy elevados. «Muy caro todo» ha sido una frase recurrente del Dijous Bo de este año, que no se ha salvado de la subida de precios generalizada.

Como siempre, la Plaça d’Espanya ha sido el centro de las plantas y las flores. Un auténtico mosaico de colores y aromas y una parada obligatoria para los visitantes, muchos de los cuales se hacían ‘selfis’ con el verde de fondo. 

La calle Major es el eje que conecta las diferentes plazas de la ciudad y por el que durante toda la jornada ha desfilado la marea de visitantes, arriba y abajo. Muchos venían directamente de la estación ferroviaria, y es que el tren ha vuelto a ser el medio de transporte preferido por muchos visitantes para llegar a Inca. 

Ha llamado la atención que, en esta edición, la Plaça de Santa Maria la Major estuviera despejada, sin paradas de venta ni otras atracciones. En la Plaça del Mercat Cobert, que tras la reforma que ha derribado los muros laterales ha quedado más integrada que nunca en el entorno, se había instalado una muestra de herramientas tradicionales del campo algo desangelada.

Como en las últimas ediciones, la Gran Via Colom ha sido el centro de la maquinaria agrícola, con los últimos modelos de tractores y artefactos que facilitan el trabajo del campo. La feria del motor se ha desplazado este año hasta el polígono industrial, donde se han instalado los concesionarios de vehículos, camiones y maquinaria pesada.

Los niños y niñas tenían su espacio en la Avinguda Reis Catòlics, donde una ludoteca al aire libre ofrecía la posibilidad de practicar numerosos juegos.

El ritmo de visitantes ha ido bajando a medida que se aproximaba la noche. Inca ha vuelto a vivir un Dijous Bo como los de antes.