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Al resguardo de las inclemencias urbanas

El refugio cuenta con una amplia sala multifuncional, con vistas a la montaña. I. Moure

El término refugio viene a ser sinónimo de amparo o protección. Es el seguro físico que resguarda de las inclemencias atmosféricas, por eso eran imprescindibles en lugares agrestes y rudos como la Serra de Tramuntana.

La cordillera mallorquina no ha sido siempre solo paisaje idílico y postal turística con aval internacional. Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que fue recurso último de inhóspita supervivencia y espacio de doble insularidad.

Con el vuelco social y económico de la Mallorca del ocio, los viejos refugios, o los reconvertidos, han cambiado de funcionalidad. Hoy responden a la necesidad de resguardarse de las inclemencias urbanas, un oasis para hacer las paces con la naturaleza.

El Consell ha convertido las antiguas pocilgas de la finca púbica de Es Galatzó en refugio y, de Govern para abajo, las instituciones se atribuyen el mérito de la operación y promocionan su encanto. Incluso el alcalde de Calvià aprovecha para hacer ver que no todo es ni puede ser Magaluf.

Teniendo en cuenta que la transformación se ha hecho en buena parte con fondos de la ecotasa, las autoridades también han visto en el refugio de Galatzó una oportunidad para resguardarse de las críticas que han recibido en los últimos tiempos precisamente por los usos que han dado al impuesto de turismo sostenible. También por la negativa a destinarlo a otras reparaciones urgentes.

La estancia en tal refugio no puede ser indefinida cuando el temporal no ha amainado del todo.

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