En su abnegado papel de tapadera de la tolerancia otorgada a la modificación intensa del hotel Formentor, el ayuntamiento de Pollença ni siquiera ha tenido el detalle de cuidar la estética engañosa. Ha renunciado a ello, no en beneficio de la transparencia y la legalidad, lo ha hecho en pleno ejercicio de la arrogancia, el desprecio a la gestión responsable y quién sabe si con algo inconfesable escondido entre tanto escombro.
Entre obra precedente a la licencia, sanciones confusas, ordenes de paralización revocadas y constante modificación de criterio, la ética llevaba ya semanas triturada, pero ahora el informe y requerimientos de la dirección general de Residuos delatan que la documentación chapucera y descuidada con corta y pega también es, en sí misma, puro escombro inservible y delator. Un exalcalde reciente y consecuente, mantenido ahora como responsable de urbanismo, se escondería bajo el ala ante el varapalo. Pero no, Tomeu Cifre saca pecho. Pretende que la cosa no vaya con él. Ni siquiera acierta en el papel de Pilatos.
