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El repunte de una forma de vida

Ser agricultor o ganadero, o ambas cosas a la vez, no comporta solo el desarrollo de una actividad profesional y un modo de sustento.

Para las mujeres y hombres que se dedican a ello significa, antes que cualquier otra cosa y con muchos obstáculos de por medio, una forma de entender la existencia y de realización personal. De lo contrario, existen profesiones con mejores horarios y menos adversidades.

Aún con la media de edad de agricultores y ganaderos muy envejecida, en los últimos tiempos se va notando un moderado incremento de jóvenes que se dedican al campo.

La Administración les va amparando en las fuertes inversiones que necesitan. La conselleria del ramo no se olvida de alardear de ello, como si fuera una función extraordinaria que sobrepasara sus competencias ordinarias.

En todo caso, no se puede negar que esta actitud contribuye al tímido repunte del sector primario. Hoy significa el 0,8% del peso económico de Balears. No es mucho, pero está al mismo nivel del País Vasco y sobrepasa a Cantabria y Madrid.

Ayer se reunió el Consell Agrari Interinsular y la consellera De la Concha renegó del lamento en base a la diversificación que se observa y a una ocupación que ha aumentado un 27% desde 2020. Se confía mucho en los porcentajes mínimos de producto local que se exigirá a la hostelería y restauración a partir del año que viene. Es un montante económico que se ha cifrado en 20 millones de euros. Mientras, los sindicatos y patronales también se fijan en los efectos de la guerra de Ucrania, la sequía obstinada y el encarecimiento de precios.

Las cosas van bien, pero la planta de la regeneración todavía es débil. Habrá que seguir regándola.

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