Historiadora y arqueóloga
Margalida Coll Sabater: «En 1652 no se invocó a San Roque, solo a San Sebastián»
«La mayoría de las medidas adoptadas en la peste de 1652 son parecidas a las de la covid»

Margalida Coll posa con su libro durante la entrevista. / Silis Campins
Silis Campins
La última semana de septiembre ha resultado intensa para Margalida Coll Sabater. El jueves 29 hizo una primera entrega, tras seis años de investigación, de su tesis doctoral sobre el mundo funerario en la época postalayótica. Al día siguiente presentó en el ayuntamiento de Alaró, el pueblo en el que nació hace 29 años, su libro 1652, Alaró sota la pesta; la història de com els alaroners i alaroneres afrontaren l’epidèmia, editado por la Associació Cultural Al Rum. Antes, se había licenciado en historia, residido en EE UU como investigadora invitada de la Brown University, y en Holanda, en la Universidad de Groningen. También ha participado en numerosas excavaciones en España e Italia o impartido clases.
¿Cómo surge el libro sobre la peste de 1652?
Nace a raíz de un trabajo que me encargaron mientras estudiaba el grado de Historia. Durante mucho tiempo quedó en un cajón hasta que el año pasado me percaté de los paralelismos existentes con la covid, entonces contacté con Al Rum para ver si podía tratarse de una publicación útil.
Acabamos de pasar la pandemia de la covid, ¿existen semejanzas con la que vivieron nuestros antepasados?
La mayoría de las medidas que se adoptaron entonces son muy parecidas a las de estos últimos años. No se permitía a la gente salir de sus casas, se cerraron perimetralmente los pueblos, no se podía entrar o salir de Alaró sin una causa muy justificada. La isla se blindó, solo algunos barcos podían entrar, algo semejante a lo que ha ocurrido en los aeropuertos. A mí me afectó cuando quise regresar de Holanda, esta circunstancia me ayudó a recordar el trabajo.
¿Y cuáles son las diferencias?
La vacuna y los avances médicos actuales. El pánico con la covid se extendió rápidamente por las redes sociales. La falta de papel higiénico fue común en otros países, como Holanda. Nuestro comportamiento también es una diferencia destacada. En el siglo XVII, en las actas del ‘consell’ local no hay grandes incidentes. El comportamiento más incívico fue el de un grupo de gente ajena al pueblo que se refugió en el Castell y hubo que echarlos. En cambio, ¿de cuántas fiestas ilegales se ha tenido noticia durante la covid?
La peste llegó a Mallorca a través del puerto de Sóller pese a que ya se conocía que se extendía por el levante. ¿No se habían tomado medidas o fracasaron?
Los morbers (funcionarios encargados de evitar la llegada de epidemias) habían tomado medidas en los puertos para combatir su propagación. La tripulación que llegó a Sóller con algún enfermo fue puesta en cuarentena, pero algo falló.
Sorprende que el segundo municipio afectado sea Alaró
La conexión entre Alaró y Sóller era antiguamente más directa que en la actualidad. La distancia entre ambas localidades es pequeña y existían conexiones a través de caminos de montaña.
En el libro presta especial atención a cómo vivió la gente la epidemia. ¿Las fuentes permiten intuir cuál era el estado de ánimo de los alaroners?
Los documentos no plasman emociones. En las actas de defunción, más allá de las misas pagadas o si se pedía una oración, no se encuentran detalles. Sí se detecta un gran fervor religioso para que acabase la mortandad, en caso contrario, no hubieran encargado la llàntia de plata para San Sebastián en un contexto en el que se solicitaban créditos en otros pueblos para pagar al morber y sus ayudantes. Cuando dan por acabada la peste, también se sube al Castell para dar las gracias a San Sebastián.
En Alaró, en general, se cree que se invocó a Sant Roc y que por eso es copatrón, pero el dato es erróneo.
Sí, está muy extendido que la peste de 1652 es la que conduce a que Sant Roc sea el copatrón, pero entonces no fue invocado, solo San Sebastián. El día de la feria (el pasado domingo), una mujer a la que le firmaba el libro estaba convencida de ello, pensé que al leer el texto quedaría decepcionada al darse cuenta que solo se alude a San Sebastián.
La epidemia de covid ha dejado una decena de fallecidos en Alaró, la mayoría personas de edad o con enfermedades crónicas. ¿La peste fue mucho más letal?
Estamos hablando de cientos de personas, en torno a las 350, y de todas las edades. La edad de defunción no suele constar en los libros, pero sí hay referencias a que se trata de doncellas, viudo de, solteros, niños…, hay alguna referencia a los menores –dos años, tres años–. La muerte alcanza a todas las edades.
Alaró fue uno de los municipios de la isla más afectados, ¿qué otros se encuentran en el podio de la tragedia?
Sóller, Inca, Sineu, Palma… Sin embargo, la relación entre mortandad y número de habitantes en Alaró es de las más elevadas.
¿Tardó en recuperarse demográficamente?
Se necesitaron años. Si se comparan las actas de bautismo, incluso de cuando la peste ya estaba activa, con las de 1653 y de 1654, el descenso es importante. Hay escasez de mujeres fértiles y es difícil que la situación se reequilibre en un contexto de escasez.

Margalida Coll posa con su libro durante la entrevista. / Silis campins
¿Las consecuencias económicas también fueron graves?
Sí. Ya se venía de una coyuntura complicada económicamente, con carestías y escasez de trigo. Durante la peste, falta dinero para montar el lazareto o construir barracas. Son tierras privadas y los propietarios se quejan por la tala de árboles y la pérdida de parte de la cosecha. No han cobrado pese a ser expropiados. La falta de dinero es flagrante porque personas autorizadas deben viajar a otros pueblos para pedir dinero en préstamo. Se paga un interés y, además, el gestor del crédito cobra una comisión, salvo uno que actúa gratuitamente.
En el libro destaca numerosas anécdotas, ¿puede contarnos alguna?
El libro se centra en las personas porque sobre otros aspectos como el religioso o la expansión ya se encuentran otras publicaciones. Un ejemplo, una persona protesta y solicita una indemnización porque su asno fue utilizado por los enterradores para mover los cadáveres y se ve obligado a mantener el animal en cuarentena.
La del médico es otra historia interesante…
Se pasa toda la epidemia solicitando aumentos de sueldo, se queja de que cada día tiene más pacientes y más riesgo de contagio. Reivindica casi cada mes que se le pague más. Uno de los últimos asuntos que trata lo que hoy sería el ayuntamiento en relación con la peste es el sueldo de Sebastiá Llull, el médico.
Alguna familia desapareció por completo.
La primera afectada por la peste vivía en ses Cases Noves, un topónimo que hemos localizado recientemente en ses Rotes y que nada tiene que ver con la ubicación actual del nombre. Primero murió una hija, a los pocos días un hijo y luego otro hermano, otra hermana, el padre y la madre. Posiblemente no quedó nadie.
Sorprende que nombres y apellidos se repitan hasta nuestros días.
Abundan las marías y catalinas, como hoy, pero también apellidos como Bibiloni, Pons, Campins, Bestard… Catalina Campins o Catalina Bestard, hay unas cuantas en 1652 y lo mismo sucede en la actualidad. Durante 370 años hemos mantenido la tradición de catalines, margalides y joans, y lo mismo sucede con los apellidos que consideramos alaroners.
El estudio comenzó siendo un trabajo universitario, ¿se ha completado con nuevos datos?
Sí. Por ejemplo, gracias al plano y la descripción de las tumbas existentes en el interior de la iglesia, sabemos que existe una persona muerta de contagio enterrada y que muy posiblemente hemos identificado de quién se trata.
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