Parece mentira que en el mismo Llevant que padece aguaceros y torrentadas ocasionales existan problemas de abastecimiento de agua, pero así es y no todo es achacable al cambio climático. Añadan al descuadre de temperaturas y atmósfera una tendencia al abuso, un incremento de la demanda normalizada y unas infraestructuras de servicio público agujereadas y tenderán la explicación, que no la justificación, del panorama actual.
Pero la situación es la que es y hay que tomar medidas para plantar cara al déficit hídrico. Los pozos de Artà van de capa caída de forma alarmante. Colònia de Sant Pere ya conoció las restricciones en agosto y ahora el Ayuntamiento decide cerrar el grifo de noche para todo el municipio, un corte de suministro que no evitará cortar durante este periodo el 55% de pérdidas que todavía afecta a la red. Se llegó a despreciar el 70% entre tanta tubería pública obsoleta. El vecino no es el único que debe cambiar su modo de usar el grifo.
