El santuario de Lluc califica de «infundadas» las acusaciones de un grupo de trabajadores que han denunciado que se ha instaurado un clima de «acoso laboral» en el centro religioso, tal y como publicó este diario el pasado domingo. En un comunicado firmado por el prior Marià Gastalver, el santuario de la Serra asegura que está trabajando «de forma proactiva» para que «pueda existir el mejor clima laboral posible» para ofrecer el mejor servicio a los peregrinos que visitan el santuario, por lo que «se ha implantado un sistema de gestión de la organización basado en los fundamentos de gestión de calidad y mejora continua».

En este sentido, aseguran que durante el ERTE que se aplicó durante la pandemia sanitaria «se actuó de la mejor manera posible dentro de la legalidad» para garantizar la «seguridad y salud» de clientes y trabajadores. En contra de lo manifestado por los trabajadores, el santuario asegura que «se está aplicando el convenio colectivo del sector y el estatuto de los trabajadores de forma rigurosa» tanto en las comunicaciones con los delegados de personal como en la elaboración de turnos y descansos semanales, así como «en la designación de funciones dentro de su categoría y también en la confección del periodo vacacional». También revela que «se detectó que varios trabajadores realizaban reservas inexistentes por su cuenta y sin autorización», por lo que «se actuó debidamente con contundencia».

Asimismo, Lluc explica que «se ha implantado un protocolo específico de prevención de riesgos psicosociales de acoso psicológico, sexual, discriminatorio, por razón de sexto, y de conflictos interpersonales que es conocido por los trabajadores y los delegados de personal». El santuario asegura que por ahora «no ha sido necesaria su activación porque la dirección no ha tenido conocimiento de ningún hecho».

El complejo de la Serra admite que «en varias ocasiones algunos o algunas trabajadoras» no han actuado desde el respeto profesional y personal «y consecuentemente se ha tenido que reconducir la situación dentro del ámbito laboral». Lluc califica de «sorprendente» que parte de la plantilla acuse a la dirección de «insultos e intimidaciones» cuando «desafortunadamente ha sido justo al contrario».

Estructura organizativa

Los actuales gestores del santuario critican la «indefinición de criterios» y la «falta de estructura organizativa y de gestión» que imperaba en Lluc durante la etapa de los Missioners dels Sagrats Cors, que cedieron la gestión del complejo a la Diócesis de Mallorca en septiembre de 2019. Por ello, «se ha tenido que realizar una planificación a corto, medio y largo plazo para la implantación de procesos y procedimientos tan básicos como estructurales» que, según sostienen, «ayudarán a reconducir toda la situación partiendo de la base del cumplimiento de toda la normativa que afecta a cada área del santuario, y que hasta el momento no se estaba dando».

La dirección de Lluc es «muy consciente de las dificultades que atraviesa la institución» y asegura que la crisis de la pandemia «ha puesto de manifiesto algunas carencias que se arrastraban desde hacía años sobre una gestión que no estaba adaptada a las necesidades actuales». El santuario subraya el «enorme esfuerzo» realizado para acoger a colectivos «castigados por la pandemia».