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Polémica en Lluc

Trabajadores de Lluc denuncian el clima de «acoso laboral» impuesto en el santuario

Aseguran que hay varios empleados de baja por depresión y ansiedad por las «amenazas y los insultos» de la dirección

Una imagen de la explanada de Lluc, en la Serra de Tramuntana. B.RAMON

Un grupo de trabajadores del santuario de Lluc denuncian el «mal clima» laboral que se ha instalado en el recinto religioso y la hospedería desde que se produjo el traspaso de la gestión de los Missioners dels Sagrats Cors a favor de la Iglesia de Mallorca en septiembre de 2019

Los empleados, que prestan sus servicios en diferentes dependencias del santuario y que prefieren mantenerse en el anonimato, aseguran que nunca habían visto una situación como la actual, en la que, según denuncian, se producen casos de acoso laboral, además de «insultos e intimidaciones» por parte del equipo directivo que depende directamente del prior Marià Gastalver. Aseguran que actualmente hay cinco personas de baja por depresión y ansiedad porque no han podido soportar la situación. Los afectados han empezado a organizarse desde el punto de vista sindical para defender sus intereses, cuando «nunca había hecho falta» porque «siempre se llegaba a un consenso».

La mayoría son trabajadores de larga duración que iniciaron su labor en el santuario durante la gestión de los Missioners, los populares ‘coritos’. «Ellos solo pedían que el trabajo saliese adelante, pero ahora esto se ha terminado porque parece el servicio militar, nos ponen a todos firmes», apuntan. Explican que se sienten muy controlados: «Están instalando cámaras de vigilancia por todas partes».

Los denunciantes recuerdan que cuando se produjo el traspaso, los nuevos gestores de la Diócesis de Mallorca «llegaron con la proclama de que se producirían cambios porque ellos querían transparencia y confianza extrema de los trabajadores hacia ellos; dijeron que la época del oscurantismo había acabado».

Los trabajadores «pensábamos que había llegado un equipo mejor», pero después «se destaparon» cuando empezaron a pedir información de otros empleados. «Atacaban con insultos, acoso laboral e intimidaciones», denuncian.

Según explican, la situación empeoró cuando llegó la pandemia y la plantilla entró en ERTE. «A pesar de que estaba prohibido hacer horas extras, tuvimos que trabajar unas 2.000 horas entre todos y además ellos contrataban a autónomos», aseguran, una situación que se ha trasladado a Inspección de Trabajo por parte de algunos afectados. También explican que durante el confinamiento «se hacían reservas fantasma (en la hospedería) solo para llenar las mesas del restaurante». Asimismo, añaden que la hospedería «estaba al cien por cien de ocupación los fines de semana y no había ni tiempo de desinfectar». 

«La palabra clave es miedo», apuntan, «porque se pasan el convenio por el forro». Además, se han producido despidos y casos de suspensión de empleo y sueldo de hasta sesenta días cuando «antes los afectados nunca habían tenido problemas». Al menos se han formalizado dos denuncias por acoso laboral

En un acta del comité de empresa del pasado mes de mayo a la que ha tenido acceso este diario se destaca que los gestores «aprovechan la ley del miedo para asustar a diversos empleados» y que «se modifica el descanso personal de un día para otro» con «menosprecio y actitud chulesca». También acusan a la empresa de «hacer que los festivos que caigan en vacaciones computen como vacaciones» y que «si te coges un viernes libre, el sábado y el domingo cuentan como vacaciones disfrutadas». Asimismo, «hay trabajadores que por su categoría profesional están desempeñando funciones que no les tocan». También se preguntan el motivo por el cual «hay tantas bajas por depresión» en la plantilla del santuario.

El prior Gastalver: «Es una cuestión interna del santuario»

El prior de Lluc, Marià Gastalver, afirma que no quiere hacer comentarios sobre las acusaciones de los trabajadores alegando que «es una cuestión interna del santuario». Añade que «si hay empleados que no están de acuerdo, es de muy mal gusto denunciarlo de esta forma» porque, según asegura, no le han comunicado personalmente estas presuntas irregularidades. Gastalver admite su disgusto por el proceder de los denunciantes, lo que «demuestra el tipo de personas que tenemos». Al ser preguntado sobre los presuntos casos de acoso laboral, señala que él no tiene «este talante».

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