Dos hermanos acusados por la estafa del Espigol Beach, un antiguo aparthotel que fue vendido de forma fraudulenta a una decena de particulares como pisos pese a que no podían ser habitados, descargaron ayer toda la responsabilidad en su padre. Durante el juicio que arrancó ayer en la Audiencia Provincial, ambos dijeron haber «firmado muchas cosas» por orden de su progenitor, que no está encausado. Los dos hermanos y otro procesado se enfrentan a peticiones de la Fiscalía de siete años de prisión, mientras que para otros tres sospechosos reclama cinco años de cárcel. El ministerio público reclama además casi un millón de euros de indemnizaciones para los afectados.

Los dos familiares dijeron no recordar haber firmado obras de conversión del aparthotel en viviendas residenciales o los contratos de venta de dichos apartamentos. «Firmaba muchas cosas, yo iba mandado por mi padre, hacía lo que decía él», reiteró. «Nos decía donde teníamos que ir a firmar e íbamos, nunca he intervenido en una venta», declaró el otro. Un tercer acusado, en este caso el administrador único de la sociedad, señaló que la compra de la entidad la negoció con el padre «pero algunas veces venían los hijos».

Un promotor inmobiliario admitió que sabía que eran apartamentos turísticos que «se habían convertido en viviendas» y que carecían de cédula de habitabilidad y contadores. Las otras dos procesadas aseguran que nunca cobraron nada.