Manacor se reivindica y promociona como capital del Llevant. En lo demográfico, económico, geográfico y social tiene todo el derecho y razones sobradas para hacerlo. Pero es un liderazgo que también tiene sus costes y exigencias porque una capital de cualquier dimensión debe ser atractiva y cómoda.
Por esta misma razón, el Manacor con mala fama urbana y progresivo proceso de remodelación y embellecimiento interior debe perder la forma de botella con serios problemas en el cuello de su principales acceso. La solución se fía a la remodelación del entorno de la rotonda del polígono con carril de incorporación directa a la carretera de Palma y viales para bicicletas y peatones.
Se verá tras un verano de obras y nuevos embotellamientos, pero el alivio posterior puede quedarse en parcial si prosigue la tendencia de concentrar en la misma zona las grandes superficies comerciales y la expansión industrial y de servicios. La buena planificación necesita visión de conjunto y previsión.
