Que el tejido social y cultural de Manacor está latente se percibe con solo programar eventos o talleres. Lo es tanto como que su economía local necesita una vuelta de tuerca urgente y que eso pasa porque el propio Ayuntamiento haga algo con las zonas que llevan décadas acumuladas de degradación. Un desinterés constante hasta crear paisajes húmedos, calados hasta la indiferencia. Por eso a muchos les ha sorprendido de manera grata la gran acogida de la primera edición de la Vila del Llibre, una fórmula imaginativa de aunar y conectar las raíces de un pueblo con aquello intrínseco que le lleva al corazón, al recuerdo escondido y al interés que despiertan espacios largamente deshabitados. El éxito que se presuponía se ha confirmado desde primera hora de la mañana y seguro que continuará durante la jornada dominical. Porque la gente tan solo necesita un empujón para salir a la calle y volver a reunirse en comunidad, literaria, cultural o económica.
Centenares de personas han acudido a la llamada de la organización de la feria, y a la de su particular comisario, el actor manacorí Antoni Gomila, para, siguiendo la ruta ascendente del depauperado carrer des Pou Fondo, llegar hasta la plaça de ses Verdures o bifurcarse hasta el cine Goya, cerrado en octubre de 2000 y en el cual muchos vecinos han entrado por primera vez en sus vidas.
Entre medias, han empezado los actos: cuenta cuentos, presentaciones de libros, de estudios, de espacios dedicados a eruditos locales que ya no están: la escritora e hija predilecta Maria Antònia Oliver, el dibujante Jaume Ramis, el historiador Sebastià Sansó o el pintor Joan Serra. Todos ellos aún en el recuerdo y cuyos nombres volvieron a resonar.
El patio de la Institució Alcover ha sido el escenario perfecto para la presentación de largo, para el diálogo entre Empar Moliner y Toni Riera o para trazar las primeras lecturas de las Rondalles. Ses Verdures para tomar un vermú, hablar de cocina con Antoni Tugores con mitos manacorins como el gran Sansón o para simplemente comprar ingredientes y flores antes de comer e ilustrar la terraza de ‘cossiols y llibres’, el lema de esta primera edición.
En sesión continua, la sala del Goya ha vuelto a proyectar. Esta vez cortometrajes de autores mallorquines (elegidos por Constança Amengual) con el fin de que la gente se sintiera libre de entrar y salir sin presiones, sentarse en su butaca preferida y rememorar viejos tiempos cinéfilos y de juventud. Un espacio que el consistorio debería adquirir como pieza angular de rehabilitación de un barrio, otrora comercial y hoy aniquilado por la gentrificación.
A las 18,30 horas en el propio vestíbulo del cine de barrio Mireia Iniesta y el Cinemaclub 39 Escalons disertarán sobre el cine y las escenas que hoy no podrían volver a filmarse y el exceso de corrección y autocensura creativa. Las secuencias comentadas han sido después proyectadas. Los actos y puestos de venta de libros continuarán desplegados hoy domingo hasta la tarde.
