Las mujeres que a lo largo del pasado siglo se dedicaban a recoger las olivas de las fincas de la Serra de Tramuntana contribuyeron de forma importante al desarrollo de la producción de aceite de oliva en Mallorca y a la transformación de la cordillera declarada como Patrimonio de la Humanidad. Con el objetivo de conservar su memoria y de rendir un homenaje a este colectivo de trabajadoras, el Consell ha presentado este jueves en Campanet una campaña para buscar de forma «exhaustiva» a las últimas ‘collidores’ para que sus historias no caigan en el olvido.

Para identificar a estas mujeres, el Consell repartirá por toda la isla unos 300 carteles. Al mismo tiempo, pide la colaboración de otras entidades vinculadas a la Serra y de los ayuntamientos, que ya han sido informados de la campaña, cuya presentación ha contado con la presencia de doce ‘collidores’ de Campanet, que han recibido un diploma de manos de la consellera insular de Territorio, Maria Antònia Garcías, y de la alcaldesa Rosa Maria Bestard.

Entre ellas figuraba Isabel Seguí, que ya recogió en nombre de todo el colectivo la medalla de Honor y Agradecimiento del Consell en la última edición de los premios de honores y distinciones que otorga la institución a las personas y entidades que han destacado por su labor a favor de Mallorca. 

La consellera Garcías explica que el Consell quiere ir «más allá» del citado reconocimiento y por ello ha iniciado la campaña para identificar a las últimas ‘collidores’ de la Serra. «Somos conscientes de que en Mallorca todavía viven muchas de ellas, que ahora tienen una edad avanzada; queremos encontrarlas para rendirles un homenaje y conseguir que no se borre su memoria», señala.

El objetivo es recoger su testimonio individual y colectivo para «poner en valor sus historias» sobre la transformación de la Tramuntana. «Lo hicieron de forma tan armónica que este territorio recibió en 2011 la distinción de la Unesco en la categoría de paisaje cultural», concluye el Consell.

Testimonios

La ‘campaneteraMargalida Grau es una de las ‘collidores’ que este jueves ha recibido un diploma por su labor. «Me gusta esta iniciativa porque al menos los jóvenes recordarán lo que hacían sus abuelos», explica. Empezó este trabajo «muy jovencita, con nueve años». «Mi madre me ponía a su lado y me iba dando ‘grapadetes’ de olivas, y al finalizar la jornada me pagaron igual que al resto de mujeres, aunque todo se lo había ganado mi madre, mis manos eran muy pequeñitas», recuerda. El trabajo se desarrollaba sin horarios. «Era de sol a sol, solo esperábamos que el sol se pusiera para irnos».

Por su parte, las hermanas Margalida y Aina Mascaró Canals, de Campanet, explican que trabajaron como ‘collidores’ durante «poco tiempo», aunque fue suficiente para recordar que «éramos felices». «Fue una experiencia muy buena que hemos recordado toda la vida, a pesar de que el trabajo era cansado», apuntan. Tenían «unos diez o doce años» cuando subían a la montaña a recoger algarrobas u olivas junto a otras mujeres a fincas de «señores». No recuerdan la cantidad económica que recibían, solo que «pagaban cada semana». «Nuestros nietos no harían este trabajo», concluyen.